Bibiana Aído, ministra pro muerte, frente a millones de españoles que defienden la vida, la solidaridad, la igualdad y la justicia. Sin duda, Zapatero no podía haber elegido otra ministra más atormentada y acomplejada. Su complejo llega a tal altura que, según ella, otro gallo hubiera cantado si «Lehman Brothers» se hubiera llamado «Sisters Brothers». Alguien dijo una vez que «si los necios volaran no nos daría el sol»; pues nosotros cambiaríamos lo de «necios» por «necias» y ya tendríamos en primera fila a la ministra pro muerte, adjetivación de la que no se apeará ni le apearemos mientras viva.
Pero no crean que ahí se acaban todos los complejos de la señora ministra. Suele llevar su absurda y cavernaria ideología hasta las últimas consecuencias. «No conviviría con una persona de derechas», ha confesado en una entrevista. Su poca consistencia y nulo convencimiento le traicionan: si «dos que duermen en el mismo colchón, se vuelven de la misma condición», quiere decir que en la vorágine de sus complejos teme que su fragilidad ideológica se vea desmontada y acabe pensando como la otra persona. No sé quién dijo aquello de que «la indignidad siempre teme encontrar el camino de la razón».
La galería de insensateces le lleva a declarar al diario de Pedro J. que su primera muñeca cantaba la Internacional. ¿Se puede ser más hortera? Pues no, seguramente, no. Prueba de ello es que ni siquiera supo ser niña, de ahí que tampoco haya aprendido a ser mujer. Durante la niñez no se trata de preparar a todo el niño o niña que debe ser en el futuro, sino que de lo que se trata es de que se consuma el niño o niña que se es durante esa época de la vida. No cumplirse eso, supone tener comportamientos retrospectivos a lo largo de la vida. Aquí es donde llega la demostrada inmadurez de la ministra Aído, como dicen sus cercanos. Lo demuestra a diario con estruéndosas declaraciones y mediocres ideas, Pero en el trabajo… nunca tanta gente había sufrido decepciones más frecuentes y continuadas.
¿Qué se puede esperar de alguien que, en pleno siglo XXI, aún canta la Internacional con el puño en alto, como si estuviese agarrada a la barra del autobú.? Hoy, un puño en alto solo simboliza la traición, la violencia, el rencor, la opresión y el desprecio. En fin, decidme de qué presumís y os diré qué carencias tenéis. Y aquí vuelve a aparecer la ministra de «Igual-Da».