«Y si los médicos madrileños están abochornados con Mónica García, no menos lo están los argelinos con Pedro Sánchez, EE.UU. con los contenidos obtenidos con «Pegasus» y Puigdemont con Putin tras reclamarle éste los diez millones de euros que debe la Generalitat catalana por los servicios recibidos de Rusia durante su presidencia golpista».
Si de algo huye Mónica es de lo que se conoce como cortesía parlamentaria. Su lenguaje es barriobajero con expresiones insultantes, llenas de odio y venganza. Esta mujer si llegara a presidenta, que nunca llegará, incendiaría Madrid para ver cómo arde. No deja de ser un Nerón en potencia y un Calígula a la hora de nombrar cónsul a su caballo. Por cierto, pondría lonas en todos los edificios insultando cuanto en Madrid no casara con sus ideas degeneradas y atropelladas. Como dice un socialista de prestigio sobre ella: «¡Tiene una pedrada cojonuda y no se da cuenta de ello!».
La ultraizquierda parlamentaria madrileña ha pasado de 34 a 27 diputados en la actual Asamblea. ¿Quién es Mónica para decir que no iba a consentir que se tocaran las leyes aprobadas? ¿En qué dictadura comunista aprendió semejante expresión? No deja de ser pura soberbia parlamentaria, teñida de fuertes complejos de inferioridad que se pretenden ocultar tras un conocido mecanismo de compensación. A Díaz Ayuso no le han regalado la mayoría absoluta y, pese a Mónica Díaz, Ayuso está en disposición de darle un gorrazo cada vez que insulte o promueva insultos contra ella en colectivos como los taxistas.
Por cierto, entre los médicos carece de prestigio profesional porque hace tiempo que le cogieron la matrícula, sobre todo tras su desaparición del hospital durante la pandemia. Vagos y maleantes en otra época la hubieran sufrido o a ella misma le hubieran aplicado los castigos que se adoptaron en esa ley penal de 1933 y derogada en 1995. En Madrid hay muchas normas que reformar y debe hacerse sin desmayo para que la legislación de izquierda no imposibilite el progreso, el avance diario de la sociedad y la convivencia sostenible que la siniestra comunista y socialista no ha sabido mantener, ni implantar. Sigue leyendo