El valor del empoderamiento. Por Jesús Salamanca Alonso

«Lo que en un país democrático occidental es un acto normal y muy socorrido, sería un acto de valentía en latitudes como Irán o Pakistán. Y, si se hace quitándose un burka, no hay duda de que sería un acto de heroicidad»

Amaral-pechos

Eva Amaral durante su actuación, a pecho descubierto.

¡Vaya gilipollez la de Amaral enseñando las tetas! Es un acto tan socorrido, sencillo  y vulgarizado que ni siquiera llama la atención. Para muchas personas no pasa de cutre, irrisorio y propio de mofa continuada. En España es fácil y hasta graciosillo. El acto se hizo famoso en las manifestaciones de FEMEN y se ha extendido con el tiempo. Si alguien piensa que es valentía está muy equivocado, por mucho que haya ministras con estrambote que lo apoyen y se solidaricen con la decadente Amaral.  No me digan que no es penoso tener que enseñar las tetas para hacerse notar, tener una tarde de gloria en las redes sociales y «que hablen de una,  aunque sea mal», como diría el figurín de turno.

Insisto: ¿qué tiene de valiente mostrar las tetas en Sonorama 2023 a estas altura de la película? ¿Se imaginan a un cantante de moda enseñando sus partes pudendas en pleno concierto pra hacerse notar o apoyar a un compañero de profesión? ¿Tan necesario lo consideran y ese es todo su mérito? Amaral llega tarde queriendo apoyar a su compañera-cantante tras instarle un policía a no desnudarse en el escenario: ella tenía el derecho de hacerlo y él –autoridad pública– la obligación y el derecho de detener el concierto de Rocío Sáiz en el Orgullo de Murcia por mostrar los pechos. Todo conflicto, y esto no debería serlo, surge por el choque de derechos, como surge entre los manifestantes de una huelga y la ciudadanía que cumple con su día a día o la confrontación entre los que quieren viajar y los paros de los controladores aéreos en plenas vacaciones. Siempre hay caminos para buscar soluciones a la confrontación de derechos.

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