Hoy es un hecho que Rufián es un esquirol fraudulento del catalanismo más sucio e irreverente, acosado por la realidad y la mofa en que se ha convertido Cataluña. Mientras esa comunidad se autodestruye, Madrid construye el día a día y es admirada allende sus fronteras. Pere Aragonés no da más de sí: toca la pera y se desespera, en tanto que Ayuso construye un futuro de dignidad, innovación, desarrollo y progresismo.
Esa mayoría «sólida» y «transversal» a la que alude Pere Aragonés, no es más que un sueño de fantasías y fracasos teñidos con una capa de falsedad, mediocridad y ridículo. La negociación ni siquiera ha existido. El Gobierno central pasa de estupideces, aunque, a veces, dé cuerda para tener contenta a la cuadrilla de ignorantes que inundan Tabarnia y hunden Tractoria. Todo sea por seguir en el colchón de Moncloa. Habla de la «renuncia del conflicto», pero nadie ve conflicto en Cataluña, tan sólo fracaso, intolerancia, totalitarismo, indignidad y vergüenza. ¿A qué llama Pere Aragonés «derecho de autodeterminación y amnistía»? ¡Cuánto complejo, frustración y fracaso juntos?