Por Jesús Salamanca Alonso / Sánchez y Redondo permanecen escondidos gran parte del tiempo. En vez de dar la cara, sueltan a los novatos, como la insensata delegada del gobierno madrileño, a ‘ladrar’. Ahí tienen el espantoso ridículo que hizo ante los periodistas presentes, quienes pudieron comprobar el odio inoculado en ella que se reflejaba en los ojos de la ‘perrita ladradora’ y faldera que estrenaba cargo.
Con esa actitud vocinglera, y sus descoordinadas ideas, Mercedes González demostró ser una carga, como tantas otras, en un engranaje atascado por la negligente gestión de la pandemia, la mochila de culpabilidad con miles de muertos, el gasto desproporcionado en innecesarios e inservibles chiringuitos y la rebatiña de millones a los parasitarios sindicatos de clase.