Serenidad de Ayuso, visceralidad de Iglesias

El señorío y sentido de Estado hizo que Mariano Rajoy ocultara  las amenazas que recibió. A Iglesias le faltó tiempo para salir a las redes e intentar y reventar el 4-M

 

Por Jesús Salamanca Alonso / Tras el atentado contra él, José María Aznar pidió serenidad y sentido de la responsabilidad, ante todo. El susto de la víctima debió de ser espantoso, pero su sentido de Estado le hizo pedir esa serenidad a la que aludo; una tranquilidad y equilibrio que él mismo transmitía. Ese fue el primer día de su conquista democrática del poder. A Felipe González y a todo el Gobierno le faltó tiempo para condenar el atentado frustrado. Nada que ver aquel socialismo con el ahora, toda una mafia antidemocrática, corrupta y mentirosa.

Tras Aznar llegó Rodríguez Zapatero. Éste presidente por accidente fue un político para el arrastre, traidor a España, al ejército y a los españoles. Mientras negociaba con Aznar, también lo hacía con ETA a doble banda. No tardaría la banda asesina en mostrar las actas que hoy tiene mucha gente. Fue, sin duda, el presidente más nefasto y torpe que ha tenido la España democrática hasta que llegó el enfermo actual, narcisista, traidor, negado y afín al terrorismo de ETA, al independentismo catalán, al nacionalismo vasco de pacotilla y al mortífero bolivarianismo del siempre condenado comunismo. Este comunismo no deja de ser un envoltorio de odio, violencia, resentimiento, traición y muerte. Tan antiguo que sigue saludando puño en alto, como en las cavernas y en el infierno de Pedro Botero.

El señorío que siempre acompañó a Mariano Rajoy hizo que nunca diera a conocer las amenazas que recibió. No dejaba de insistir en que había que tomarse el tema con tranquilidad. En la foto dejamos testimonio de ello. Llegó a decir en una entrevista que «eso iba en el sueldo». ¿Van observando diferencias con lo que hemos visto estos días en los aledaños del Gobierno?¿Acaso creen que un ratón confía su vida a un solo agujero?.

Ahora, Isabel Díaz Ayuso, candidata a la presidencia de Madrid también estuvo a punto de recibir carta con balas de no haber sido interceptada esa en Correos. Esta vez sí han funcionado los sistema de seguridad y control. En Barcelona parece que son seguros, pero en Madrid están abandonados, como ha quedado constancia de ello. De nuevo, Ayuso ha pedido tranquilidad. «Ante la violencia, serenidad y desprecio». «La importancia que tiene es ninguna», ha dicho la presidenta madrileña, que es como hay que afrontar las cosas. «La serenidad es propia de sabios y experimentados, nada más», en palabras de Sófocles.

«Esta gente busca su minuto de gloria y que estemos hablando de ellos. No les voy a dar el gusto». Díaz Ayuso pasa de esas menudencias y ha vuelto a dar lección sobrada a la izquierda desnortada y a la testaruda y gaznápira ultraizquierda. A eso se llama seriedad, serenidad, elegancia, equilibrio emocional, sentido de la responsabilidad y de la proporcionalidad. Díaz Ayuso no ha salido corriendo a los medios, como hizo Pablo Iglesias; el comunista demostró falta de todo, menos de afán de notoriedad y ansia de figurar.

Ahora comparen la actuación serena de los citados presidentes (con sentido de Estado) y la candidata a presidir Madrid,  con las actuación del ‘chivillo’ Iglesias, el ‘hacedor’ de bulos, Marlaska, y la asustadiza Gámez. Son dos mundos totalmente opuestos, donde estos tres últimos ni siquiera consiguieron ser políticos reconocidos, perdieron el  ‘oremus’ y están en el Gobierno como podían estar atendiendo un guardarropa de discoteca.

La candidata a presidenta ha insistido a los periodistas en que «no se puede hablar de esto todo el rato» porque se crea un «efecto llamada». Es la diferencia entre estar bien asesorada y no estarlo. Pablo Iglesias ha demostrado que, a pesar de haber estado en vicepresidencia, está asesorado por bandarras culebreros y no muy lejos de eso andan el ministro de Interior y la tal Gámez. Por cierto, visto lo visto con la receptora de la navaja, dudo mucho que sean mejores los de la ministra medinense.Y si me equivoco, aunque en este caso no lo creo, sabré pedir disculpas y no me ausentaré del debate con el rabo entre las piernas.

Esa última ministra, receptora de un cuchillo ensangrentado, lo recibió de donde lo recibió, de ahí que no merezca la pena el más mínimo comentario. Pero ella, por echar más leña al fuego, ha hecho fotocopias ampliadas para mostrarlo en los cuatro puntos cardinales. Y si se preguntan que dónde está la gravedad, pues está en que ella ya sabía la procedencia. Lo hizo un desequilibrado mental y en el sobre escribió su dirección completa de El Escorial. La ministra tan sólo pretendió echar leña al fuego electoral, siguiendo la consigna destructiva de Pedro ‘Plagio’ Sánchez.

Todos los amenazados del Gobierno bichavista han buscado su momento de gloria creyéndose importantes, sin serlo, salir en los papeles y en otros medios. Pero han de saber que quien avisa, es porque no tiene intención de ejecutar. Otra cuestión bien distinta es ante la existencia de una banda asesina como ETA: casi siempre sus avisos llegaban cuando los proyectiles eran disparados en la nuca. No buscaban protagonismo sino efectividad y someter al Estado de Derecho. Ese sometimiento es el que hoy anhelan el ‘Coleta’ y su tropa de ‘borrokas’ compulsivos, pero con ampulosos sueldos.

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