Por Javier Navascués / EL CORREO DE ESPAÑA / Se sabía que como era de esperar no iba a decir nada nuevo ni se iba a mojar lo más mínimo como nos tiene acostumbrados. Cuando ha empezado a hacer el discurso con esa voz mortecina, tan sosa que no es ni siquiera imitable como la del ganso de su padre, me ha sonado a la misma sintonía de los sermones de Sánchez y he hecho el ejercicio de ver si cada palabra del rey la podría haber dicho Sánchez y realmente es calcado. No ha dicho absolutamente nada, solo palabras vacías del politiqués más chusquero.
Un discurso vacuo, sin alma, apelando a la democracia, a la unión, a la pluralidad, al consenso, a Europa…pero sin tocar un ápice los temas claves, cuando está en juego la misma supervivencia de la monarquía, en parte por la corrupción de su padre y sus queridas, las amenazas de los separatistas a la unidad de la nación, las invasiones de Canarias, la amenaza de terrorismo musulmán, la seguridad de la vacuna… Nada de nada, parece que vive en Matrix….
Habla de valores éticos y ni una palabra del aborto, de la eutanasia recientemente aprobada y ni siquiera ha hablado de la supresión del castellano como lengua vehicular, ni mucho menos aún de la vil ley de memoria democrática, ni del expolio del Pazó de Meirás…
Señores hay que decirlo, el discurso del rey va desnudo de contenido, buenista hasta la náusea, habla de las muestras de afecto, omitiendo todas las afrentas a la corona que han quedado impunes, ni una palabra de que no se atreve a ir a Barcelona y mucho menos a Alsasua. ¿Esto es reinar? Es una tomadura de pelo. Y Abascal aplaudiendo con entusiasmo, pues es lo que toca para que no le acusen de ir contra el rey. Hay mucho lamecoronas que defiende con uñas y dientes al rey, aunque hubiese un espantapájaros en el trono. Un espantapájaros tendría más sangre.