Para el partido en el Gobierno cualquier método sirve con tal de ver aprobada su totalitaria y mediocre ley de educación.
Por Jesús Salamanca Alonso / Durante el tiempo que esté la ‘Ley Celaá’ en el Senado intentarán colar enmiendas. Lo que no se explica, no sirve ni se afianza. Poner palos en las ruedas no es la mejor forma de trabajar ni la más honrada. Estudiada con detenimiento la futura LOMLOE, compruebo que es peor que lo que hay, además de represiva y contradictoria. Eso sin entrar en el excesivo y vulgar uso del lenguaje inclusivo que, por reiterativo, aburre y convierte en hazmerreír a los partidarios de tal despropósito.
En el caso de la concertada no hay duda de que va a cambiar, pero lo hará a peor por la restricción en cuanto a la elección y por la “cuña” de meter a la administración educativa por medio. Desaparecer, no desaparecerá; no obstante, se pretende sentar las bases para un pleno control muy propio de sociedades dictatoriales que pueden llevar al ahogamiento de esa oferta educativa. Y ahí es donde hay que dar la batalla hasta la extenuación. Sigue leyendo