Como siempre, la culpa no será del Gobierno sino del PP y de la extrema derecha por atreverse a hacer preguntas incómodas al Gobierno.
Por Jesús Salamanca Alonso / Hace algún tiempo escribí sobre los tres síndromes que atenazan al presidente Sánchez: el síndrome de Estocolmo, el de Medea y el de Diógenes. Pero de todos ellos es este último el que más me preocupa porque ya no tengo dudas. Recuerden que el síndrome de Diógenes “es un trastorno del comportamiento que se caracteriza por el total abandono personal y social, así como por el aislamiento voluntario en el propio hogar y la acumulación junto a él de grandes cantidades de basura y desperdicios…”.
Ese trastorno de comportamiento abarca cuatro facetas que mantienen prisionero al presidente. La primera, y más importante, es la que se refiere al trastorno de comportamiento que le ha llevado a la mentira permanente y a la paranoia más vulgar; él todo lo hace bien y la culpa es de los demás. Todo un embustero visceral disparando al aire a ver si alcanza a alguien. No piensen que hemos olvidado la urna de Ferraz con la que no pudo culminar su treta: se coge antes al ladrón que al cojo. Y como siempre hay algún listo no tardará en aparecer el que moje su pan en la salsa. Por eso decía Manuel Fraga Iribarne que “Jesucristo tendría buenos medios de información y, sin embargo, le salió un Judas”. Sigue leyendo