Dan arcadas, ellos, sus votantes y sus sicofantes.
Con los labios llenos de mentiras que se derraman de sus fauces como plomo fundido, ese caldero de pestilencias que es el Gobierno y sus cómplices, tratan de justificar democráticamente la perentórea necesidad del “Comité de la Verdad”, que es el sarcasmo con el que han bautizado la consagración de la mentira como herramienta política, código de conducta y dogma democrático.
Produce náuseas oír cómo tratan de hacer digerible el trágala con el que perseguirán la Verdad hasta las mazmorras de sus chekas ideológicas decoradas, eso sí, de consenso y tolerancia, construyendo sofismas que exponen con tramposa inocencia desde el rencor que hierve en cada una de sus palabras, en cada uno de sus argumentos. Dan arcadas, ellos, sus votantes y sus sicofantes.