La concejala merece un escrache de escarmiento o una llamada de atención de su partido, su ayuntamiento y su jefe de filas, salvo que acepten todos este tipo de corrupción.
Por Jesús Salamanca Alonso / Leo en la prensa sevillana que una concejala de Izquierda Unidad lleva a sus hijas en coche oficial al instituto. ¡Esto ya es el colmo! Y no piensen que es un hecho aislado porque hace unos años un consejero de mi tierra ordenaba a su conductor de coche oficial que llevara a su esposa al médico. No voy a entrar en otros hechos más rocambolescos, como el de aquel consejero y su chofer que acostumbraban a parar en barras americanas cuando regresaban de noche de algún acto oficial: eso se lo contaré a ustedes en otra ocasión, con nombres, apellidos y matrícula del vehículo.
Tales situaciones me llevan a pensar en la situación golfa que se genera entre los cargos políticos, sobre todo cuando confunden lo público con lo privado. ¿Creen ustedes que en esto hay diferencia de colores, credos y formaciones políticas? Pues no. Doy fe.
El acto de la señora concejala es una golfada, sin más, aunque hay muchas otras adjetivaciones. Han tenido que ser los padres del alumnado del instituto quienes denunciaran la tropelía de la concejala de IU en el Ayuntamiento. La tal Eva Oliva es reiterativa; no lo ha hecho una vez ni dos ni tres sino ‘chiquicientas’ veces. Sigue leyendo