Me duele que la dedicación del profesorado no tenga en la sociedad el reflejo que le corresponde, como no lo tiene en las administraciones educativas.
Por Jesús Salamanca Alonso / Estos días son momento de Congresos, lo mismo por la izquierda radical que por la derecha conservadora. Y ya verán ustedes cómo — en el caso de que traten algo sobre la educación—a más de uno se le llenará la boca con eso del Pacto Educativo, Pacto por la Educación o, en el peor de los casos, Pacto Político y Social por la Educación. Eso de apellidar a algo como “político” es muy preocupante y a veces traicionero.
Lo importante no es anunciarlo para quedar bien sino llevarlo a cabo. Y no debe ser un pacto cualquiera o de cualquier manera; ante todo debe ser un Pacto de Estado. Todo lo que no pase por tener un ámbito estatal está condenado al fracaso porque bastante daño se ha hecho ya con descentralizar la educación y dejarla en manos de las comunidades autónomas; ahí tienen el caso de grandes fracasos en Cataluña, Andalucía, Extremadura, Valencia y pronto Aragón,… No hay más que ver el desequilibrio entre esas y las mejor situadas: Castilla y León, las provincias vascongadas, Navarra, Galicia y Rioja, por poner algunos ejemplos.