Por Xavier Carrió / Lilian Tintori aterrizó en Roma el jueves a mediodía. Tenía clara su misión: “He venido a pedir al Papa Francisco que no bendiga la dictadura en Venezuela”. Llegó con el corazón estrujado y la decepción en la frente. Su marido ha cumplido mil días en una sórdida celda de Ramo Verde. Y el Vaticano es, junto con el ya pretérito Gobierno de Obama, el principal valedor del proceso de diálogo abierto por el chavismo para ganar tiempo.
Una tomadura de pelo han sido las “conversaciones del gobierno de Maduro con una parte de la oposición que habían conseguido dividir, con la ayuda de Zapatero, Obama y el Papa Francisco. Mientras el pueblo venezolano está cada vez mas hambriento y desesoperado a falta de productos esenciales para la supervivencia.