Los socialistas van llorando por las esquinas su fracaso, a la vez que difunden que la falta de apoyo la van a pagar con las alcaldías que ocupa Podemos.
Gabriel Rufián, la voz del charnego hipócrita, quiere permanecer “el menor tiempo posible en el Parlamento de un país vecino”
Por Jesús Salamanca Alonso / La ambición de Pedro Sánchez se ha estrellado contra la realidad de un fragmentado Parlamento. Ni a la primera ni a la segunda. El aspirante ha hecho historia porque nunca había sucedido; también es verdad que nunca había estado tan complicada la situación. La aritmética es la que es.
Lo sucedido el 4 de marzo también va a repercutir en la formación de Ciudadanos; máxime en un momento en que han empezado a salir casos de corrupción de esta formación. Solo llevan cuatro días y sus cargos se van ‘pringando’ día a día. La financiación de C’s puede ser el trampolín que lleve a Alberto Rivera a envainarse todo lo que ha achacado a Rajoy y a Jordi Pujol: con ello no quiero disculpar la corrupción de los aludidos. Ni mucho menos.
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