Todos sabemos que los presidentes han estafado a los clientes, a las cajas que representaban y a Castilla y León. Milagro será si no están metidos también en el tema de las eólicas
Por Jesús Salamanca Alonso / Empiezo por decir que no tenía ninguna confianza en el juez de la Audiencia Nacional, Eloy Velasco, y se han confirmado todas mis sospechas. Santos Llamas y Julio Fermoso se han salido con la suya provisionalmente y empiezan a reírse del personal. Ahora bien, si los jueces no llegan, tendrá que ser el pueblo quien tome las riendas. Bastante daño ha hecho ya la Justicia, acostumbrada casi siempre a ponerse del lado que conviene. ¿Equidad? Sí, para cobrar, pero poco más. Esa equidad por la que luchamos sigue siendo una asignatura pendiente. ¡Joder, qué tropa!
Nadie entiende que las cúpulas de las extinguidas Caja España y Caja Duero se vayan de rositas a casa. Ahora resulta que la culpa de la emisión de las preferentes y subordinadas es de la clientela de ambas entidades porque lo solicitaron. Pues eso ni me cuadra ni lo entiendo ni lo vamos a consentir. Fíjense hasta dónde llega la insensatez del tal Velasco: “… la emisión de preferentes y subordinadas se colocaron bajo la demanda de los propios clientes y con el aval de los supervisores”. ¿Pero si eran las entidades quienes nos llamaban a los clientes y nos lo ofrecían en las propias sucursales? Es como si — cuando juzguen a Blesa, Rato y demás mangantes– el juez dice que se enriquecieron porque nadie cogió el dinero antes que ellos.