Por Jesús Salamanca Alonso / Actúan como lo que ellos llamaban “casta”, en alusión a los otros. Y resulta que se han convertido en lo que denunciaban, por eso son el hazmerreír social; cuando les pillan con la mano en el cajón, resulta que es persecución dictatorial de la derecha y cuando los otros cometen cualquier desliz, aunque sea dialéctico, lo califican como un atentado a la democracia y a la dignidad.
En los parlamentos autonómicos y en los ayuntamientos, lo primero que han hecho ha sido preocuparse por lo que iban a cobrar y, en numerosos casos, no están dispuestos a bajarse el sueldo con respecto a sus antecesores. Hasta una concejala podemita ha afirmado que su aspiración era tener un sueldo público. No sería de extrañar que muchos de ellos y ellas se quedaran como funcionarios en los ayuntamientos por vías oscuras, aunque haya que echar, sancionar o amonestar a quienes ocupan una plaza por oposición. Recuerden que así lo hizo el PSOE en Andalucía, hasta llegar a tener el clientelismo que ahora conocemos.