Copago incendiario del ministro Wert

José Ignacio Wert, ministro de Educación, Cultura y Deporte del Gobierno Rajoy

Alguien o muchos en el Gobierno conservador han debido de pensar que la ciudadanía debe soportar la carga de la ineptitud política y de la incompetencia ministerial.

Por Jesús Salamanca Alonso, analista político / El ministro de Educación, Cultura y Deporte, José Ignacio Wert, ha demostrado que es un incendiario. Me recuerda mucho al actual alcalde de Salamanca. Algo hay en su interior que le impide dejar de ser protagonista; le gusta ser el niño en el bautizo, el novio en la boda y el muerto en el entierro. Por eso se ha echado al monte y ha incendiado el patio a Mariano Rajoy con lo del copago. Al parecer no se conforman solo con el copago de los servicios sociales y el ‘requetepago’ farmacéutico

Su última ocurrencia ha sido aludir al copago en aquellas enseñanzas del sistema educativo que no son obligatorias; es decir en las fases del sistema donde la educación pública no sea obligatoria. Y por si alguien se ve confundido, tampoco ha dudado en aludir a la “equidad y justicia” en el sistema.

Está claro que, cada vez que se le hace una pregunta al ministro Wert, suelta una lata de gasolina contra la hoguera, como si quisiera dañar la imagen del Gobierno o chamuscar las pestañas al presidente Rajoy. Ha aprovechado la pregunta del socialista, Guillermo Meijón, en la sesión de control al Gobierno y se ha quedado tan pancho. Me recuerda a aquel fraile que pasaba de todo y solía recordar a su abad algo así como: “Para lo que voy a estar en este convento, lo mismo me da defecar fuera que dentro”.

Por mucho que se empeñe el señor Wert, generalizar el copago en el sistema no es “más justo y eficiente”. Ni siquiera se sustentan los planteamientos de la comisión de expertos nombrada por el Gobierno para cuestiones fiscales. Ya se sabe que cuando algo se quiere que no funcione se nombra una comisión y, si se desea que no se hable más de un asunto, pues se monta un congreso. Por cierto esa comisión para la reforma fiscal tiene un tufillo sospechoso; me recuerda mucho a las intenciones del Gobierno cuando se habla del Estatuto Docente: jamás he conocido un proceso tan largo, tedioso y desestructurado. Ese estatuto solo sale a relucir en vísperas electorales. Cada reunión ‘ad hoc’ es un sacrificio y un nuevo chasco.

Al actual ministro de Educación, Cultura y Deporte no le parece suficiente con los recortes en educación, asistencia social y sanidad, que ahora quiere gravar más a las familias. Alguien o muchos en el Gobierno conservador han debido de pensar que la ciudadanía debe soportar la carga de la ineptitud política y de la incompetencia ministerial. Por eso no debe sorprender el movimiento constante contra el bipartidismo ineficaz y desidioso. No es ningún secreto que las mesas sectoriales sirven cada vez para menos.

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