Por Xavier Carrió Jamilá / Una de las escenas de más violencia y peligro dentro de esta campaña electoral europea la vivieron ayer por la noche el ministro de Hacienda y Administraciones Públicas, Cristóbal Montoro, y la líder del PP catalán, Alicia Sánchez-Camacho, cuando salían del acto que ambos han celebrado en Vilanova i la Geltrú (Barcelona) con motivo de la campaña electoral de las europeas.
A la salida del acto, el ministro y la dirigente popular han visto bloqueados sus coches por unas macetas al final de la calle y han tenido que esperar unos minutos dentro de sus vehículos, tiempo en que los manifestantes han golpeado los coches con palos y han lanzado piedras y alguna botella de vidrio. Todo esto ocurría ante la pasividad de los Mossos d’Escuadra que estaban contemplando la escena sin actuar.
Cuando han logrado abrir la calle para salir, algunos de los manifestantes -que llevaban esteladas y simbología anarquista- han corrido tras los coches y ha comenzado a golpearlos y darles patadas mientras agentes de la Policía Local trataban de abrir paso a los vehículos.
Este no es el primer caso de “violencia” que sufren los populares en campaña, y han explicado que el martes en Viladecans (Barcelona) se apedreó una carpa de los populares. Además, han sufrido una docena de escraches en los últimos días. En este último año las sedes del PP se han visto atacadas al menos en setenta ocasiones. Lo mismo está ocurriendo por toda Catalunya con las sedes y militantes de los partidos Ciutadans, Vox o UPyD. Hasta ayer no se había detenido a nadie.
Una vez Montoro y Sánchez-Camacho han abandonar la zona, los manifestantes han vuelto ha situarse a las puertas del recinto donde se había celebrado el acto, y han seguido increpando e insultando a los militantes del PP. Finalmente los Mossos d’Esquadra han detenido a una persona por estos ataques.
Los violentos llevaban varios signos y banderas, desde esteladas, hasta la bandera anarquista y las de los batasunos, Hasta este momento desde la Generalitat no se han reprobado estos actos cada vez mas violentos que recuerdan la kale borroka del Pais Vasco.
El presidente de la Generalidad, Artur Mas, no tiene ninguna culpa de que la denominada izquierda abertzale y los anarquistas hayan asumido con gran entusiasmo y franca admiración la hoja de ruta del proceso separatista catalán, hechos siempre silenciados por los medios catalanes, pero debe de ser consciente que él, a lo mejor sin pretenderlo, se ha convertido en un referente en las herriko tabernas más concurridas, un político apreciado en los círculos euskaldunes que ejerce gran influencia sobre el nacionalismo de pantalones ajustados y aretes en la oreja.
A los nacionalistas catalanes les ofende mucho que se recuerde cuando acudían a los actos del PNV a tomar apuntes y glosaban con embeleso la virilidad implícita en los deportes rurales y los editoriales del Zutabe, el boletín terrorista. Ahora tampoco les gusta que se subraye su condición de machos alfa de las estampidas periféricas, de líderes de las manadas separatistas.
No les hace ninguna gracia que trascienda el asesoramiento catalán a los cotarros batasunos, que los chavales de la “kale borroka” lleven camisetas con el “Dret a decidir” en la pechera y la “estelada” en la espalda, que la gran movida vasca vaya a ser una cadena humana y que el preso Otegi ponga como ejemplo a Mas. O sí que les hace gracia.
El presidente de la Generalidad, con la inestimable colaboración del republicano Oriol Junqueras, es el ideólogo de una nueva forma de “kale borroka”, la lucha revolucionaria con corbata, la insumisión ante las sentencias, el enfrentamiento con el Estado, el desprecio a la soberanía nacional, la insurgencia institucionalizada, alguien que por la mañana se retrata con el Rey y por la tarde parte peras, un referente en todos los frontones y sociedades gastronómicas del norte. ¿Quién se lo iba a imaginar hace sólo un par de años? Un líder de CiU dando lecciones de arrastrar piedras y comer chuletones. CiU y Batasuna en la misma onda. En Ajuria Enea no salen de su asombro.
