Herrera Campo rectifica a tiempo, a pesar de Juanjo Mateos.

Hacía tiempo que la Consejería de Educación llevaba camino de ser el vagón perdido del Gobierno regional o algo así como el ejército de Pancho Villa

Nadie duda que la educación sea un servicio básico, por eso no es un gasto sino una inversión. Esta idea la tenía muy clara el alcalde de Mayorga de Campos cuando, en El Norte de Castilla del pasado fin de semana, contestaba con claridad y contundencia a las preguntas del periodista sobre la supresión del primer ciclo de la ESO en su localidad. De igual modo la idea era compartida por otros alcaldes y concejales que veían cómo, mientras Herrera Campo pregonaba las bondades de lo rural, el consejero de Educación tiraba por tierra la lucha, el trabajo y el sacrificio del Gobierno regional.

Hoy Herrera ha rectificado lo que era una burda decisión de Juan José Mateos y de su equipo. Y lo ha hecho por la gran cantidad de sugerencias y propuestas que ha recibido en las últimas horas. No podía ser de otra forma, porque tenía abiertos tres frentes importantes, como decía J.I. Foces en El Norte de Castilla del domingo pasado.

Mientras Herrera avanzaba su intención de dejar en punto muerto la pretensión de Mateos, a éste se le quedaba una cara de desconcierto que no podía con ella. Esa cara era la viva imagen de la impotencia y del fracaso, al igual que era imagen evidente de una irresponsabilidad prorrateada con todo su equipo de trabajo. Hacía tiempo que la Consejería de Educación llevaba camino de ser el vagón perdido del Gobierno regional o algo así como el ejército de Pancho Villa; es decir, Mateos y su equipo iban a su aire, sin saber el daño que estaban haciendo al sistema educativo, al Partido Popular y a la propia comunidad.

La decisión de Herrera, no compartida pero sí respetada por Juan José Mateos, es el inicio de la jubilación de Mateos. En los próximos días vamos a comprobar si le queda dignidad para marcharse, porque de lo contrario va a quedar como un simple aprovechado y como autor del intento de entorpecer el desarrollo educativo de Castilla y León, así como de pretender enfrentarse a los padres de forma gratuita y burda. Él solo se ha cavado su tumba política.

Ahora mismo es el garbanzo negro de un mal cocido y un peor equipo humano a quien se confió la educación de Castilla y León, después de que otros dos candidatos no aceptaran ese cargo. Por cierto, Herrera tiene en el actual director provincial de educación de Valladolid un buen candidato para ocupar la titularidad de la Consejería de Educación: trabajador, sacrificado, silencioso, eficaz y eficiente. Si esta vez ha acertado Juan Vicente con la permanencia de la ESO donde está, no podemos consentir que vuelva a confundir a Herrera una cuadrilla de irreverentes.

Los alcaldes, concejales, padres y madres de las localidades afectadas sabían que no era una decisión acertada y que contradecía la política municipal que marcaba Herrera Campo a favor del medio rural. Los afectados eran realistas, y desde fuera lo hemos sabido ver muchos ciudadanos. “Tenemos los pies en el suelo y podemos entender que en este proceso de racionalización de las estructuras de prestación de los servicios básicos nos podamos ver afectados”, decía el alcalde de Mayorga. Y tenía razón.

Estaban dispuestos los pueblos afectados a agotar todos los cauces posibles para que el consejero reconsiderase su decisión. Se veía la descoordinación de esta Consejería respecto a las demás y el caos que estaba sembrando entre la ciudadanía y entre los propios consejeros. Nadie comparte ni el fondo ni las formas de la Consejería de Educación. Hasta las declaraciones de Mateos en radio demostraban el caos que tenía entre las manos, por lo que le decían que “muchas veces está alejada (la realidad) de lo que piensan quienes toman las decisiones desde los despachos”.

En Herrera Campo, presidente de la Junta de Castilla y León, ha pesado la afirmación del señor Magdaleno: “No puede ser que optar por vivir en un pueblo sea una condena a vivir instalado en una crisis perpetua en la que las opciones de futuro sean nulas. Y quienes estamos al frente de las administraciones tenemos que luchar porque esto no sea así”.

Jesús Salamanca Alonso

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