Leído en DIARIO LIBERAL (José María Fernández).- Mis padres fueron maestros. Y buenos maestros. Sin estar de alta en el Sindicato de maestros les concedieron la Medalla de Alfonso X El Sabio. Yo mismo, antes de terminar la Licenciatura en Filología Románica, gané las oposiciones de Maestro. Tomé posesión de mi plaza y pedí la excedencia, es decir no llegué a ejercer. Pero ahora, estos días, los maestros están en lo que Muñoz Molina llama en su último ensayo “todo lo que era sólido”, es decir en lo que estaba bien fundamentado y se ha ido a freír espárragos. Es una pena. Y no quiero justificar nada porque sería absurdo hacerlo. Es más, una profesora que fue alumna mía en la Universidad, María Jesús González me escribe y me autoriza a publicar lo que ella sabe y ha vivido de primera mano. Dice:
Del escándalo que estos días ha salido a la luz sobre la preparación, la mala preparación, de los maestros, creo que habría que incidir y aclarar en algunos datos relevantes.
Uno de ellos, y no menor, es la procedencia de los tales aspirantes; es decir, de qué Facultades de magisterio proceden los iletrados. Es éste un dato importante porque, si bien en comunidades bilingües -pongamos que hablo de Cataluña y Valencia- se les enseña a denostar el castellano y no se les prepara para usarlo ni enseñarlo con respeto y precisión, luego tienen el “tupé” de asaltar las plazas que se ofrecen en cualquier lugar de España y aun de fuera, a través del Instituto Cervantes, para seguir contaminando, despreciando y ninguneando una lengua, la de todos los españoles, que en sus bocas y de sus plumas resulta ofensiva por lo degradada.
Y no es sólo que no sepan datos elementales de Geografía, Historia, Matemáticas o Ciencias Naturales, pongamos por caso, sino que, tanto al hablar como al escribir, les sobran o les faltan puntos, comas, acentos, sujetos, verbos y, desde luego, lógica. En la Facultades del ramo, se “jartan” de prepararse -es un decir- copiando trabajos que presentan a los profesores de las tropecientas asignaturas ridículas con las que les infantilizan y jibarizan mentalmente.
Creo, realmente, que a partir de su idea de que los niños son enanos mentales -así los tratan- creen que su preparación debe pasar por la reducción de sus facultades cognitivas y lingüísticas.
Yo suelo contar que, tras 30 años dedicados a la Enseñanza, mi peor experiencia como profesora la viví en la Facultad de Ciencias de la Educación de Tarragona donde, hace años, me contrataron para sustituir a una profesora enferma. Pues bien, en mi asignatura, que era de “Didáctica de la Lengua”, y que yo centraba en el castellano, por mi titulación, me encontré con que la mayoría de mis alumnos, viendo que yo les suspendía por una sola falta de ortografía -no olvidemos que se trataba de futuros maestros- se plantaron para hacerme los ejercicios en catalán pensando que yo no podría corregirles con tal exactitud ni tan prolijamente -como si no fueran lenguas hijas de la misma madre latina. Naturalmente, el sólo desafío me dio la idea exacta de la clase de profesionales que los tales serían en el futuro.
Y, naturalmente, la vida en una ciudad pequeña te depara “suertes” como la de encontrarte a alguno de los tales ceporros, de pronto, impartiendo clases en tu mismo instituto al que, una dirección cerril y obtusa encarga la única tarea para la que los tales sí están muy bien preparados: comprobar, tras las puertas, que los profesores del centro estén impartiendo sus clases en la lengua impuesta -el catalán en este caso- como herramienta de transmisión del “saber”. Otro, me consta, ha llegado al cénit de su incompetencia y ejerce como Inspector en la correspondiente Delegación de “Ensenyament”
En fin, a lo que iba, me parece muy bien que se divulgue, pese a quien pese, la muy deficiente preparación de los actuales maestros y que se impida de modo definitivo que los tales puedan acceder, en el futuro, a puestos para los que suelen entrar como sustitutos. Como tales, se dedican a perder y hacer perder el tiempo a los alumnos, a los que aprueban para ganárselos, mientras se atrincheran y ganan puntos desde los que hacerse “eternos” en el negocio del descerebramiento general.
Es terrible. Es terrible lo que cuenta María Jesús. Tome nota Sr. Ministro.