Rodríguez Zapatero ha justificado la última ocurrencia socialista, de rebajar la velocidad a 110 kilómetros por hora, en que se ahorra, “además salva vidas y contamina menos», al menos las dos primeras afirmaciones son falsas.
El Estado no solo no ahorra sino que pierde dinero con la medida. Dado que de cada litro de gasolina que se consume, con las últimas subidas del Impuesto de Hidrocarburos, el 52% son impuestos, estos dejarán de ser ingresados en las arcas públicas si realmente al ir a 110 se consume menos.
La única posibilidad de ingresar más dinero es a través de las multas, que efectivamente se van a encarecer notablemente, pero esta, la parte coactiva y sancionadora, ha sido deliberadamente omitida por Zapatero.
La referencia gubernamental a que esta medida “salva vidas”, es una estupidez, si realmente salva vidas, ¿por qué hemos estado siete años de legislatura con muertes evitables?, ¿por qué esta medida es temporal? y, Zapatero confía en que “ojala, la limitación pueda levantarse cuanto antes” ¿para provocar muertes?.
Y si la motivación fuera realmente “salvar vidas” ¿cómo se incluye entre las medidas apagar las luces en las carreteras?
Lo cierto es que, tal y como confesaba Rubalcaba “He tenido que improvisar mientras venía para acá las medidas”, se trata de otra ocurrencia que será a su vez rectificada en breve.
Pero no deja de resultar preocupante el nivel de intromisión en nuestras vidas y de intervencionismo creciente que padecemos, con la velocidad, el tabaco, las chucherías, la prohibición de los toros, las constantes subidas de impuestos, el adoctrinamiento en las aulas y tantas otras.
Felizmente han resultado fallidos los intentos de imponernos la temperatura por ley “en bares, tiendas, estaciones o cines, no podrá superar los 21 grados en invierno ni bajar de 26 grados en verano”, de limitar el consumo de hamburguesas y de aprobar la penalizadota ley del vino.
Lo único que justifica la nueva medida es que, efectivamente, tenemos un problema de posible desabastecimiento energético, como ya hubo en el final del franquismo. La errática política del gobierno con las energías renovables y la nuclear tiene mucho que ver con ello.
Miguel Barrachina Ros
Diputado Nacional por Castellón