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Los socialistas de Andalucía, que ven próximo a tener que abandonar cuotas de poder, se ven abocados a una carrera para dejar colocados en puestos de funcionarios a sus familiares o compañeros de partido o bien proveerlos de pensiones jugosas con los que piensan que van a tener que pasar su nueva travesía del desierto, que se prevé sea larga, esta vez gracias al desastre económico generado por el compañero Zapatero.
En estos momentos complicados, el socialismo se convierte en una maquinaria bien engrasada y tremendamente efectiva de enchufar a todos sus peones con sólo poder demostrar algún parentesco con el cacique sociata local o haber servido fielmente al «Partido» en aquellas tareas que se les hayan encomendado. 700 millones de un “fondo de reptiles” dan mucho de sí, pero también se agotan.
El trinque febril al que está abocado el socialismo andaluz no tiene nada de particular. A lo largo de las varias legislaturas en que han permanecido en los despachos oficiales han generado una serie de obligaciones de quienes tienen el poder con respecto a quienes los votan, que ha llegado un punto que con los recursos existentes no pueden llegar para contentar a todos los suyos y empiezan las protestas que se convierten en golpes de honestidad y alguna delación de los que se sienten perjudicados en el reparto.
Pero hasta ahora los socialistas se limitaban a colocar al sobrino, cuñado o la mujer que no habían pasado de primaria, en alguno de los muchos ayuntamientos o empresas públicas, creadas ex profeso, para dar algo más de alegría a los colegas que no fueran las peonadas del PER que obligaban a ir al campo aunque fuera un par de semanas al año.
Pero una cosa es conceder un sueldo de funcionario a los familiares y amigos, y otra bien distinta trincar una indemnización de pago único en empresas en las que nunca se ha trabajado. La golfería es más grosera y además bastante más peligrosa para nuestro bolsillo porque, como es bien sabido, no hay ninguna actividad en España que consuma tantos recursos públicos como la ingeniería financiera destinada a maniobrar con el paro, con la UGT o CCOO de intermediarios, ya sea en forma de ayudas para crear supuestamente puestos de trabajo ya sea para financiar los expedientes de regulación de empleo.
En todo caso, es evidente que en la tierra de Chaves, Griñán y Zarrías se ha dado un salto cuántico en la evolución del trinque presupuestario, pasando del «colócanos a tos, Manolo» al «José Luis, dame una prejubilación que estoy harto de ser funcionario». Para que luego digan que tras treinta años de socialismo Andalucía no ha avanzado.