Ayer, antes de abrir los mercados casi todos los analistas económicos coincidían con certeza inusitada, una inmediata intervención de Portugal, a raíz de las declaraciones, más o menos auténticas de los principales mandatarios de Francia y Alemania que apremiaban al Primer Ministro Portugués, a aceptar, de grado o de fuerza, una intervención de la UE. La prueba del algodón tenía que ser el grado de aceptación de los mercados a la puesta en circulación de 1.246 millones de deuda pública portuguesa y comprobar el diferencial marcaba.
A medida que avanzaba el día observamos que los bonos portugueses se iban absorbiendo por los inversores y eran adquiridos mucho por debajo del diferencial anterior. Automáticamente bajaba el diferencial español y subía la bolsa.
¿Qué había pasado para que lo que anteayer se daba por descontado y ayer se podía dar por descartado? ¿Se había descubierto en Portugal una nueva fuente de riqueza? Nada de todo esto. Solo que el Banco Central Europeo había decidido la compra de la deuda portuguesa que se puso ayer en el mercado. El BCE compra deuda portuguesa no porque tenga opinión distinta que los mercados, no porque disponga de mejor información, sino como resultado de una decisión política que prefieren consumir dineros del BCE en evitación del desastre. ¿De dónde sale ese dinero?. Pues se crea. ¿Quiere decirse que comprar deuda con dinero del BCE es lo mismo que emitir billetes?. Pues sí. Estamos hablando de una devaluación de facto del Euro como moneda.
El BCE podría llegar con una menor presión, si se confirman los planes de la Unión Europea de ampliar el fondo de rescate, hasta una cifra que podría rondar los 1,5 billones de euros. El mecanismo, además, estaría capacitado para comprar deuda y actuar en el mercado secundario, de forma que liberaría así al BCE de la compra de bonos, uno de los temas clave en la reunión de hoy. Los inversores funcionan como los banqueros: prestan dinero después de que les expliquen cómo se lo van a devolver. Este es el asunto. EL BCE ha dado una especie de aval a Portugal y presumiblemente a España.
Pero lo que cuenta es si España tiene capacidad para pagar sus deudas. La situación al día de hoy, con los datos en la mano, no es de quiebra, ni mucho menos. Es simplemente mala. Lo que importa es si nuestra economía tiene vitalidad para generar fondos para devolver lo que debemos.
Hoy el Tesoro español ha colocado una nueva emisión de bonos por 3000 millones a medio y largo plazo, pero el Gobierno de Zapatero ya ha salido sacando pecho como si estuviera resuelto el problema cuando en realidad se pagan intereses casi inasumibles. Ahora con la negociación de las pensiones resulta que está dispuesto a cargarse la mini reforma laboral de mayo con tal de estar bien con los sindicatos ya veremos si con esta realidad, el BCE seguirá usando la chequera a la siguiente ocasión.