Tengo muchas razones para NO ir a la ‘juerga’ general que convocan los sindicatos clasistas. No se hubiera llegado a esta situación si esas mismas organizaciones no se hubieran ‘encamado’ con el Gobierno socialista durante estos últimos siete años.
No iré a la huelga porque no creo en los anticuados sindicatos que han convertido la convocatoria en una farsa. Es una huelga pactada; ahí tienen los servicios mínimos del Gobierno que son un brindis al sol. De nuevo, Esperanza Aguirre ha dado una lección de señorío y seriedad. Tampoco al bachiller, ‘Pepiño’ Blanco, le interesa que esos sindicatos se estrellen. Tanto el sindicato socialista como el comunista han demostrado que son unos oportunistas e hipócritas.
No iré a la huelga porque está pactada y arreglada con el Gobierno y, además, no va contra él ni su reforma laboral: va contra el mundo empresarial, que es quien realmente puede generar empleo para esos 5.000.000 de parados que ha provocado el Gobierno socialista, y a quienes desprecian los mal llamados sindicatos obreros, si bien se benefician jugosamente de su existencia.
No iré a la huelga porque estaría ‘bendiciendo’, dando legitimidad y razón a la permanencia de casi 350.000 ociosos liberados sindicales que cobran sin trabajar, desaparecen de su empresa y abandonan a sus propios compañeros. En muchos casos los venden a cambio de favores y prebendas para ellos o sus familiares.
No iré a la huelga porque este tipo de sindicatos nos cuestan un ojo de la cara. No sirven para nada, viven como ricos y llevan años aburguesados, partiendo el mismo piñón que las clases pudientes; ahí tienen el caso de Fernández Toxo. La sustitución y el mantenimiento de liberados sindicales tiene un coste que sobrepasa los 23,6 millones €/año y pretenden perpetuar su derecho de ‘pernada’ sindical en los ‘burdeles’ que llaman Patrimonio sindical; otra patraña más, que pagamos todos y el Gobierno consiente.
No iré a la huelga porque llega tarde. Muy tarde. Debió convocarse al final de la legislatura anterior, cuando Zapatero se empeñaba en negar la crisis, mentir a los españoles y ‘encamarse’ con la culebra etarra. Todo ello, y mucho más, ha hecho que el Gobierno de Rodríguez Zapatero sea un auténtico desgobierno, así como el hazmerreír de los demás países de la UE y el entretenimiento gótico del entorno.
No iré a la huelga porque creo en las posibilidades de España y en su locomotora de generar empleo, siempre que se reconviertan los sindicatos obreros y se modernicen. La LOGSE hizo tanto daño que aún quedan adocenados individuos que votan a este tipo de organizaciones con olor a naftalina. Nunca entenderán que su desidia y daño social frenan el futuro y cercenan las perspectivas de la ciudadanía en edad de trabajar. Jamás unos sindicatos habían podrido tanto unas estructuras que han acabado por enriquecerlos.
No iré a la huelga porque conozco mis derechos. Y el derecho al trabajo es anterior y más antiguo que el derecho a la huelga, algarada y manifestación. No solo no va a servir para nada sino que los trabajadores que la secunden recibirán un fuerte descuento en la nómina de octubre (algunos vacaciones indefinidas), mientras que los liberados cobrarán como siempre y, a la vez, se mofarán del currante que madruga todos los días a horas intempestivas.
No iré a la huelga porque esta gente de UGT y CCOO no me representa en nada ni lo ha hecho ni lo hará. No quiero a mí alrededor gente holgando ni aprovechados ni desvergonzados. Quiero a mi país, creo en sus posibilidades, en su ciudadanía, en el valor de la solidaridad y en su futuro. Por eso voy a ir a trabajar el día 29-S. Los cultivadores de la desidia y la dejadez irán a la huelga, pues también están en su derecho.