Cataluña: petición para la supresión de los "Castellets".

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En muchos casos hemos podido comprobar cómo los «animalistas» clamaban por la supresión de las corridas de toros, mientras tenían mascotas reprimidas en casa, con lo que ello supone,  o defendían la contradicción de la Ley del Aborto, propuesta por la indigente intelectual — y antigua bloggera — Bibi Aído.

La próxima medida del Parlamento catalán debe ser, suponemos nosotros,  suprimir los «castellets» por el peligro que suponen para el niño que remata la torre, la inseguridad permanente en los entrenamientos, maltrato infantil, el riesgo de invalidez y la indiferencia que  existe sobre ellos  fuera de Cataluña.

Y puestos a suprimir, dada la analfabeta corriente nacionalista e independentista que impera y avasalla a la ciudadanía, no tardarán en plantearse el cierre de la Abadía de Montserrat. o la votación para incendiar el Archiu Vidal y Barraquer. Cualquier atisbo cultural corre peligro con un Parlamento como el catalán y un president que llegó a afirmar, antes de ser ministro del Gobierno de Zapatero, que «los catalanes son más falsos y tramposos que el  Judas de la Biblia”

¿Saben dónde está la cobardía? Pues en que no se han atrevido a suprimir las corridas de toros desde este momento. Si es 2012 el año de la supresión, eso quiere decir que han dejado la patata caliente a otro posible Gobierno. Para entonces tal vez haya otra votación y se reconduzca el asunto con sentido común.

Nadie duda que CIU ha demostrado infinidad de contradicciones a lo largo de la Historia, pero ha destacado por su sentido de España y por el sentido común que aplicaba a los temas de interés general para la nación española, aunque no lo haya hecho con el remedo de «nación a la catalana» sin valor constitucional ni jurídico. Pero desde que CIU abandonó el poder, el tripartito se ha echado la manta a la cabeza preocupándose de temas secundarios y olvidando los grandes problemas por los que atraviesa Cataluña, como el creciente paro, el cierre diario de empresas y la deslocalización de éstas. Incluso vamos más allá, CIU ha acabado formando parte de esa ‘banda’ que, sin estar en el tripartido, fustiga todo aquello que suena a España, se apellida español o española y supone un avance social, político o económico.  Se ha contagiado de la estrategia equivocada que abandera la mediocridad política.

Algunos partidos de corte nacionalista, y muy cortos de vista a la vez, pretenden demostrar que son más nacionalistas que los de alrededor, antes de que lleguen las elecciones, sin darse cuenta que han perdido el horizonte del futuro y la confianza de los votantes. Corren malos tiempos en y para Cataluña y lo sucedido es el reflejo de un sector de la sociedad  bastante podrido, subvencionado  y anclado en una fuerte crisis.  Se  ha cumplido el avasallamiento de la ciudadanía por parte de una minoría radical cada vez más tintada de aspiraciones violentas e inmersa en fuertes contradicciones vitales.

Como escribía ayer nuestro amigo, Xavier Carrió, quedan claros dos hechos como son el atentado a la libertad individual y el avasallamiento de las minorías. Hasta el punto de referir lo siguiente en su artículo «A tocar las narices» «A mi me importa un bledo el resultado de la votación y que no haya ninguna corrida más en Catalunya, pero es algo que  afecta a nuestra libertad individual. Lo que me importa es que determinadas personas, que se creen con la posesión de la verdad,  acaban imponiendo a los demás cómo tienen que comportarse en los detalles más nimios de su vida privada y aficiones».

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