Ahora el Ministerio de Sanidad, con Trinidad Jimenez al frente, va a prohibir la venta de pastelitos y refrescos a las puertas de los colegios para evitar el sobrepeso de aquellos niños que han conseguido nacer a pesar de la ley del aborto nacional casi obligatorio. En su lugar se estudia si venderán preservativos y la pildora del día después, que es más sano y no deja engordar.
No sé cual es la finalidad de este gobierno trufado de feminoides radicales y anoréxicas tan pendientes de nuestra salud y bienestar. Todo sea para que en los primeros años de su vida estos niños se entrenen en el ejercicio de la mesura o la posible escasez y acustumbrarlos a los malos tiempos que se avecinan. O quizá para que los gorditos no ocupen con su desmesurada humanidad gran parte de la clase y estropeen la imagen de un colegio donde antes se acudía para aprender historia o matemáticas.