Creíamos que algunas cosas solo pasaban en el Partido Popular, porque lo habíamos comprobado ‘in situ’; es más, creíamos que era práctica habitual en el partido de Mariano Rajoy. Lo de los trajes de Camps, si bien es simple ‘calderilla‘ y asunto menor, lo cierto es que es el resultado de un aprovechamiento de su cargo público. El valor, y por tanto el delito – si es que así puede llamarse — no es el montante en euros de los trajes en sí, sino la utilización del cargo para ser receptor de regalos. Bueno, pues, resulta que entre los concejales, alcaldes y demás personal de las Comunidades autónomas también hay aprovechamiento reprochable.
Ahí tienen al alcalde de Sevilla, señor Monteseirín, aunque lo de señor no debe ponerse delante, pues ha demostrado que ya no lo es. Lleva tanto tiempo en el cargo que confunde lo público con lo privado. El caso es que el ejemplo de esa confusión está en el mal uso del coche oficial, al haberlo enviado a Barcelona para hacer mal uso del mismo por la ciudad condal. Y todo porque Sevilla y Atlético de Madrid jugaban la final de la copa del Rey, donde pretendía lucirse como alcalde, a pesar de que la población a la que representa ha dejado de creer en él hace tiempo, además de estar señalado con el dedo. Suponemos que alguien debió contar al alcalde que en Barcelona no había taxis ni autobuses ni otros medios de transporte, porque de lo contrario no lo entendemos. Mejor dicho: sí lo entendemos, pero no entra en nuestro sentido común.
Mientras el Gobierno socialista ‘apalea‘ a los funcionarios, atemoriza a los jubilados, sigue destruyendo miles de puestos de trabajo a diario, negaba la crisis hasta hace unos días, compra mano de obra sindical, manda a sus ministros y ministras a actos donde Zapatero sabe que le van a abuchear,…. personajes de segunda fila del Partido Socialista — particularmente en Andalucía — utilizan medios y bienes de organismos públicos para aprovechamiento propio, en un claro abuso que nos recuerda la ominosa época de Felipe González, Luis Roldán, Filesa, Malesa, Time Sport o caso del BOE, entre otras muchas.
«Es un ejemplo más, y hay miles, de las prácticas éticas de la política española que son las mismas que con la dictadura«, ha comentado el Sindicato Unificado de Policía. No se pueden ni deben consentir semejantes prácticas, porque ponen de manifiesto lo que ya sabíamos: la corrupción de los cargos públicos está a la orden del día. El SUP ha ido más lejos, sin que le falte razón: «cualquier chisgarabís de pacotilla tiene coche oficial y escolta porque existe ETA, cuando no saben que existe ni en su casa«. Ahí queda eso para el buen entendedor.
Los trajes de Camps, por un lado, y el mal uso del coche oficial por parte del alcalde de Sevilla nos recuerda algunas prácticas acaecidas en la Junta de Castilla y León, donde un director general obligaba a sus asesores a acudir a actos para dar la cara por él y donde no se cobraba pues, según él, formaba parte del cometido de los asesores. Pero cuando había una charla, Universidad de verano, conferencia o mesa redonda nos obligaba a hacerle el discurso, la presentación o las transparencias y acudía él para salir en la foto. Ni que decir tiene que antes de comenzar recogía el talón.
Actitudes como las expuestas demuestran que va a ser cierto que en todos sitios cuecen habas y que igual se ‘pringan‘ en la derecha que en la izquierda. Cientos de hechos de este tipo, vividos en la Junta de Castilla y León, los contamos en nuestro próximo libro. Es evidente que quienes no pueden soportar semejantes prácticas acaban haciendo la ‘peineta’ a sus jefes y buscando otros trabajos, además de denunciar esos hechos corruptos en los medios y con los medios de comunicación a su alcance. Es nuestro caso.