Todo… un cinco por ciento.

Zapatero y Salgado, dos indigentes intelectuales del Gobierno.

El indigente intelectual de La Moncloa, Rodríguez Zapatero, ha demostrado su desconcierto — como casi siempre — además de improvisar en su plan de ajuste. Ha conseguido hacer daño a quienes más cerca tiene físicamente, pero cada vez más alejados ideológicamente. Su propia mentira le ha atrapado. Y su desvergüenza le ha encarcelado en la más ruin de las ideologías de la izquierda radical (lo que vulgarmente se conoce como ‘izmierda’)

Lo más triste es que — dentro de la torpeza que se le reconoce — ha consentido que ese ajuste venga desde fuera, impuesto a presión y siendo injusto a todas luces, lo cual agudiza aún más su torpeza y sus acreditadas malas artes. A eso se llega cuando uno se rodea de asesores sin experiencia y sin conocimientos; por cierto unos asesores que no han sufrido recorte y de los que tenía que haber prescindido hace tiempo, por lo menos de dos tercios de ellos.

En el recorte a funcionarios y pensionistas tampoco van a salir muy bien parados los sindicatos. Y menos aún el sindicalismo vertical (CCOO-UGT) que tanto daño ha hecho a la economía y al tejido empresarial en los últimos años, además de apoyar las mediocres medidas que el indigente intelectual de Moncloa ha promovido contra los trabajadores. Recuerden que esta semana publicaba el BOE otro buen puñado de millones con destino a los  ‘vividores del burdel’ sindical, mientras jubilados y funcionarios empiezan a echar cuentas sobre cómo salir adelante y de dónde recortar.

Hay algo que no ofrece duda: al socialismo repartidor de miseria, engaño y holganzasindicalismo vertical (ahí están los casi cinco millones de parados) ha conseguido que el (CCOO-UGT) le consienta todo; sin embargo, todos sabemos que si, en vez de estar Zapatero en Moncloa está la derecha que representa el PP, hoy España estaría ardiendo por los cuatro costados.

De momento, como funcionario, he decidido recortar el cinco por ciento de la propina a mis hijos; un cinco por ciento de viernes y sábados de cada mes no saldré a cenar con la cuadrilla; tomaré un cinco por ciento menos de cañas al mes; trabajaré un cinco por ciento menos de horas mensuales; escaquearé un cinco por ciento más a Hacienda; reduciré un cinco por ciento de días de vacaciones y pagaré mis numerosas deudas un cinco por ciento de días más tarde que hasta ahora. Ah, se me olvidaba, a partir de julio no compraré ningún producto que lleve el gravamen del 18%.

Por si no era suficiente, instaré a que quienes me rodean y me leen griten aquello de: «¡Ese leonés, qué hijo de p… es!».

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