Nadie pone en duda que hoy hemos vuelto hacia atrás y la desgracia se ceba con España, por obra y gracia del socialismo caduco, estancado y cavernícola. En vez de preservar el socialismo la abundante y digna herencia recibida, se ha dedicado al derroche económico y de todo tipo; empezando por la negociación con la banda asesina que representa al mundo abertzale: “un hecho que primero negó, que luego reconoció y que finalmente fue un fracaso, que provocó a su juicio tres años de retraso en la lucha antiterrorista, porque fue una trampa que permitió la reorganización”; siguiendo por la vulgaridad de trato al estatuto de autonomía catalán y continuando por la deficiente y desastrosa financiación autonómica.
Rodríguez Zapatero se ha metido en numerosos “pantanos”, demostrando su nulo liderazgo, su desprecio a la diversidad de las regiones, su falta de rigor en el trabajo y su incapacidad para formar equipos. La prueba es que todos sus Gobiernos han sido ejemplo de desastre, ocio, ridículo y lástima. Siempre pensó que tenía razón, mientras le chantajeaban como a lady Godyva, aunque el equivalente al Leofric español no fuera capaz de bajar los impuestos, sin darse cuenta que “las verdades eternas trasladas a la política son un primer paso al totalitarismo”, como demostró en su momento Juan María Bandrés.