No me preocupa que el PP dé los votos al PSE. Me preocupa que en algún lugar mueva los hilos el maltratador Jesús Eguiguren, quien estuvo a punto de matar a su esposa y fue condenado por maltrato.
El PSOE se comprometió a expulsar a violadores y maltratadores de sus filas, pero no lo hizo. Eguiguren sigue de gran jefe en Bilbao. Manda en el socialismo vasco y da miedo a los correligionarios socialistas. Entre sus propios compañeros hay una preocupación indescriptible. Que nadie lo dude: donde esté Eguiguren, ETA matará.
Toni Basagoiti debe intentar que Eguiguren quede fuera de cualquier acuerdo, de cualquier Gobierno y de cualquier relación. Decía Baden-Powel que «la manera de conseguir la felicidad es haciendo felices a los demás». Y con Eguiguren se masca la traición. Puedo prometer y prometo que se masca la traición, el esperpento y la desvergüenza. Eguiguren, mejor alejado y controlado que cerca de uno, es capaz de vender a su más fiel aliado con tal de vencer su permanente miedo y cobardía.
Basagoiti debería pensar dos veces lo que va a hacer. Entre el PSE y el PNV, preferimos que dé los votos al PSE, pero que no aparezca Jesús Eguiguren por ningún lado. La violencia y el odio se tocan. No sé si recordarán que Chuchi Eguiguren negoció con ETA a su aire y despreciando el rechazo del pueblo vasco. Pero no solo eso, sino que sigue empeñado en seguir haciéndolo.
El PP debe medir sus pasos y controlar a ese energúmeno denostado en sus propias filas. Con una oportunidad es suficiente: a la más mínima sospecha… ¡échenle a Eguiguren a la ría!.