La comunidad de Castilla y León no tiene representantes en el Congreso de los Diputados. Al menos así se ha demostrado, una vez más, con motivo de la votación en apoyo, o no, al concierto económico vasco.
La ausencia de diputados, en unos casos, como ha sucedido con algunos representantes del Partido Popular, y la votación a favor del blindaje económico para la comunidad vascongada por parte de los socialistas leoneses y castellanos, pone de manifiesto que tan grave es una actuación de cobardía como otra de engaño. Y después de la traición a la comunidad que dicen representar, vendrán por estas tierras levantando la voz para hacerse oír. “Flirtead con las ideas cuanto queráis, pero en cuanto a casaros con ellas, andad cautos”, solía decir Graf
Su desfachatez les llevará, incluso, a manifestar que defienden los intereses de la comunidad y que trabajan por el progreso de esta tierra, cuando, en realidad, ‘acuchillan’ los intereses de Castilla y León, desprecian al ciudadano que les proporciona un sueldo desorbitado y se burlan a la cara de quienes mecen la poltrona que les adormece.
Cualquier demócrata se lleva las manos a la cabeza, y se instala en el cabreo más agudo, cuando presencia hechos lamentables y denigrantes como los que hemos tenido ocasión de presenciar con nuestros diputados de Castilla y León. Una prueba más de que no representan a la ciudadanía, sino que votan los intereses de sus partidos; esos partidos que les ‘amamantan’, aunque ello suponga extorsionar a su comunidad, maltratar sus raíces y traicionar a sus votantes. Demuestran ser indignos ciudadanos que, cuando se ven con el acta en la mano, son capaces de abofetear a su propia madre con tal de conservar sus miserias.