El Ministerio de Educación no cumple, como tampoco lo hace el presidente Gobierno en innumerables casos y temas. Empezó por no cumplir, como decíamos antes, su misión de coordinador y organizador respecto a las comunidades autónomas y continuó por aparcar el tan traído y llevado Pacto de Estado por la Educación, del que nunca más se supo. Y, dicho sea de paso, el presidente del Gobierno se comprometió a que quedara zanjado en su primera legislatura. Incluso lo contrajo como compromiso personal, dada su condición de docente. Compruébenlo las hemerotecas y la prensa digital.
Un dato preocupante para el profesorado es que el Gobierno ha mirado al tendido y despreciado al profesorado. No ha tenido firmeza y entereza para convocar la Mesa sectorial de Educación, con el fin de abordar el estatuto de la Función Pública Docente, tan importante para el profesorado en lo que a medidas de apoyo se refiere; es decir, el Gobierno de Rodríguez se ha pasado la LOE por donde le ha convenido. Y esa actitud no puede quedar impune. El profesorado está en la obligación de recordárselo.
Serían muy largos de enumerar los problemas e incumplimientos pendientes del Ministerio de Educación. Ante todo debe abordar la actual formación profesional y hacer una apuesta decidida por ella y para ella; efectuar un nuevo diseño de la educación secundaria y del bachillerato, ofertas formativas que se han parcheado sin resolver nada. Y lo que es más importante: es preciso, por su urgencia, remodelar nuestro sistema educativo, que hace aguas mayores y menores, sin olvidar que la calidad, la competitividad y la excelencia no se resuelven sin la dignificación de la función docente.
Es precisamente en la educación donde la crisis encontrará una puerta abierta. Posiblemente sea una de las últimas oportunidades que tienen el Ministerio de Educación y el Gobierno de Rodríguez. Cuanto más se piense y menos se actúe, más se encasquillarán las posibilidades. Al Gobierno actual le sobra desidia y le falta imaginación. Recuerden que esta última es más importante que el conocimiento, en palabras de Albert Einstein.