Imagínense una familia donde todos sus miembros gastan, o mejor dicho, malgastan, sin que nadie colabore para que existan ingresos familiares. Imagínense un Gobierno que recibió la hucha llena del anterior y se ha limitado a meter la mano impunemente, y sin justificación posible, sin reponer. Pueden imaginar lo que sucede cuando pasa un tiempo.
El actual Gobierno, además de ser el más torpe de la democracia, no ha reparado en gastos con tal de contentar a su gente. Ha dilapidado el dinero con ayudas al ‘sindicato de la ceja’; subvencionado a los sindicatos de clase; otorgado 400 euros a unos sí y a otros no; 2.500 euros a unas familias y a otras, no; ha abandonado la reforma fiscal; ha eliminado becas; prometido auténticas estupideces que cuestan mucho dinero; concedido dinero a lo tonto a países que en nada nos ayudan,…
Se ha convertido nuestro Gobierno en el hazmerreír de Europa y en la atracción circense en países como Venezuela, Colombia, Cuba, Nicaragua y Argentina. Si a ello unimos su ‘papelón’ en las guerras a las que nos ha llevado y su salida en estampida, resulta que tenemos el claro ejemplo del ridículo y de la tropelía. Pero ahí no acaba todo: hay que ver cómo acaba el desenlace en Afganistán, una guerra donde nada se nos ha perdido y mucho tenemos que perder.
Con ese panorama, ahora nos encontramos que hay una evidente crisis de liquidez en el Estado. No puede pagar la gran cantidad de deudas que tiene con el contribuyente y con otros Estados. Y lo que es más grave: peligran tanto las pensiones como el pago a los parados.