Si existe en ésta, nuestra España cuarteada, un político más incauto y atolondrado que capirote, ese es Ignacio Anasagasti. Este ‘malos pelos’, trufado de carcamal vasco, solo entiende el concepto de «llevar el ascua a su sardina».
El respeto existe si ese ha de dirigirse al Partido Nacionalista Vasco, pero no debe existir si hay que dirigirlo hacia el Rey de las Españas multiculturales. Y tampoco se consiente que exista si el presente en los eventos es el lendakari vasco, pero de color diferente al que representa su PNV independentista, ideológicamente frustrado y apoyo incondicional de la banda terrorista que alienta y sustenta ETA.
Un lendakari vasco, coloreado de PNV, para él debe respetarse; pero incluso aconseja abuchearle si es de otro color, en este caso socialista enrojecido. De ahí los titulares sobre el deseo de Anasagasti de ganar la copa del Rey. Pero va más allá: propone que se pite al Rey y se abuchee al lendakari socialista, Pachi López. ¡Hay que ser caduco para caer tan bajo! ¡Hay que ser ruin para desear el mal a los demás y repartir odio con tanta facilidad! ¿A eso llama respeto el señor Ignacio Anasagasti?. ¿Tan difícil es entender que un López toque el poder¿ ¿Acaso no lo ha hecho un andaluz en Cataluña?
No es de extrañar que los vascos se hayan pasado casi tres décadas haciendo bromas y tomando el pelo — aunque hayan podido tomarle poco, muy poco — al actual senador. Lo mismo le llamaban ‘ventolera‘ que Ana Sagasti. De la misma forma que Esperanza Aguirre, siendo ministra de educación, y gran desconocedora de Saramago, hiciera referencia a Sara Mago como una persona con nombre y apellido.
En fin, el atrevimiento y la insensatez son libres, a veces indignos y siempre espontáneos. Como atrevido es que Acció Catalana haya pedido a los asistentes a la final de copa que brinden «un calvo al Rey» Borbón. Tenemos dudas en que realmente sea atrevido, tal vez se encuentre más en la línea de lo estúpido.
Según Aristóteles «el árbitro considera la equidad, el juez la ley». Pues eso. la labor del árbitro ha de quedarse en el campo, pero las estupideces de Anasagasti deben tener un tratamiento judicial. Ha instado a la rebeldía y al desorden social. Pero ya verán como no pasa nada. Y es que nuestra Justicia…¡con Garzones y Pedraces!… se ha convertido en un baile de disfraces. Ya decía Boudelaire, Charles, que «en un acto social, cada uno se disfraza de los demás».
Y nuestra Justicia no deja de ser un acto social, de la misma forma que representa un rechazo social; sobre todo lo que afecta a asuntos de la Audiencia Nacional, que afectan a determinados jueces, donde Garzón juguetea con fuego y pierde el tiempo como el más vago, despreciable y miserable de los humanos.
Anasagasti ha utilizado los mismos senderos que Garzón para escaquearse del trabajo y de sus responsabilidades. Es verdad que «el trabajo endulza siempre la vida; pero a todo el mundo no le gustan los dulces», decía R. Hugo. De la misma forma que, en palabras de Tao Te King, «el gran camino es llano, pero la gente ama los senderos».