Tanto engañar al personal durante meses para venir a reconocer que se les ha ido de la mano la crisis. Hoy nos encontramos con que el partido que sustenta al Gobierno habla de «una crisis de dimensiones brutales». Ha tenido que ‘atropellarles’ la recesión para que caigan del burro. Piden ayuda y no se les caen los anillos cuando dicen que es cosa de todos.
Naturalmente que es cosa de todos. Y precisamente por eso la ciudadanía ha seguido trabajando, al igual que lo han hecho los empresarios, mientras el Gobierno holgaba y se limitaba a negar la mayor. Tal holganza era aplaudida por los sindicatos de clase y demás secuaces que ejercitan el aplauso al Gobierno socialista, haga lo que haga: desde el burdo nombramiento de una ministra del sindicato de los ‘titiriteros‘ y del ‘clan de la ceja’, hasta su permanente contradicción en temas como la economía, el terrorismo, la industria o la educación, por poner unos pocos casos.
Esa holganza de unos y otros ha hecho que no se adoptaran medidas contra la crisis y, por tanto, tendremos que sufrir las consecuencias durante más tiempo y de forma más profunda que los países de nuestro entorno. La ciudadanía empieza a estar harta de las palabras huecas de los miembros del Gobierno que, como es sabido, se les vuelven lanzas al día siguiente de haberlas pronunciado.
Y también queremos que arrimen el hombro: el Gobierno se hace fotos, pero la idea que existe entre la ciudadanía es que no trabaja lo necesario. De ahí los resultados tan nefastos en todos los órdenes de la política nacional. Tienen que arrimar el hombro y, si no lo hacen, habrá que empujarles para que lo hagan. Hay demasiados vagos ya, como para añadir más.
El Gobierno Rodríguez lleva seis años engañando a la población y las elecciones europeas han de ser el inicio del fin de su inoperancia, su ineptitud y su dejadez. La ciudadanía española no debe esperar más para rebelarse y ‘sacar la roja’ al Gobierno. Cuanto más tarde en hacerlo, más daño hará el Gobierno y más aguda se hará esta crisis que, dicho sea de paso, empieza a tener tintes esperpénticos con el paro y la indecente postura de un sector de parados; en muchos casos, alentados por los sindicatos de clase.
El partido socialista y el Gobierno de Rodríguez nunca han apostado por Europa, sabedores de que la competencia con la Unión Europea es dura, así como que cada vez que asoman el morro más allá de los Pirineos se autorridiculizan con sus hechos y con sus palabras. La soledad de Rodríguez es evidente, como lo es el problema de liderazgo en el partido que le sustenta.
Pero no nos engañemos. Con la que está cayendo, tampoco el principal partido de la oposición tiene un liderazgo claro. Nos jugamos el futuro y quienes lo tienen que jugar en primera persona no lo ven. La torpeza acompaña al Gobierno y a la oposición. «No hay malas hierbas ni hombres malos. Solo hay malos cultivadores», decía Víctor Hugo.