El presidente Rodríguez prometió el pleno empleo y negó la crisis. Se durmió en los laureles y dejó que se endeudaran las familias y las empresas. Ese ha sido el camino de los últimos cinco años, que ha desembocado en los más de cuatro millones de parados actuales. A ello hay que añadir el nuevo tratamiento que se dio al cómputo de parados siendo ministro Jesús Caldera: de no haberse alterado el criterio de cómputo, estaríamos hablando de una realidad que no reconoce el Gobierno; es decir, hablaríamos de cinco millones doscientos mil parados.
El desequilibrio entre la realidad y los datos del INE es lo que trastoca todos los planes del Gobierno y deja con las posaderas al aire al ministro Corbacho. ¿Recuerdan su categórica afirmación, respecto a que no se llegaría a los cuatro millones de parados?
Cuando se es honrado – ¡y Corbacho no lo es; de ello puedo dar fe! – lo que procede es acudir presto a Moncloa, convocar una rueda de prensa, pedir perdón a la ciudadanía, reconocer la propia incompetencia y presentar la dimisión a Rodríguez con carácter irrevocable.