Abusan nuestros diputados del absentismo laboral. No tienen nadie que les controle y sus propios partidos son ya inservibles para una democracia madura como la española. Quizá lo peor de esta democracia — y que hay que remodelar — sean los políticos y gran parte de las instituciones, muchas de ellas han perdido el respeto a la ciudadanía y ésta a ellas por inservibles, obsoletas y oscurantistas.
Los diputados y senadores, si bien no suelen aparecer por su puesto de trabajo, tampoco perdonan el jugoso sueldo que reciben. Y lo reciben por casi nada. Empiezan a parecerse a los sindicatos de clase: cada vez más rácanos, más alejados de la sociedad y menos valorados por la ridícula y sucia imagen que dan (recuerden lo sucedido en el Metro de Madrid, donde ellos mismos tiraban basura para engañar al ciudadano).
Ahora, en plena época de crisis, nuestros diputados deberían renunciar a buena parte de su ‘soldada‘, como una forma de dar ejemplo a la ciudadanía. Sería algo así como demostrar que sí les interesa la ciudadanía y que no están en el Congreso por estar. Pero ese ejemplo también deberían darlo los procuradores de las Cámaras de las autonomías; sin duda, otro de los cánceres de la sociedad española, aunque sean Cámaras de segunda (Euskadi, Cataluña, galicia, valencia,…) y tercera división (Rioja, castilla y León, Castilla-La mancha, Extremadura,…).
Como prototipo del abuso entre diputados y senadores cabe destacar a «La pajitas», alias con el que se conoce entre diputados y senadores socialistas a Leire Pajín; llamativa política sociata que se embolsa mensualmente alrededor de 20.000 euros por no se sabe qué. Nadie sabe lo que hace. La única virtud que se le conoce es la de ser ridícula piquito de oro; aunque de barato pensar y peor sentir. Mejor estaría figurando como sindicalista. Y digo ‘figurando‘, porque si dijera ‘trabajando‘ acabaría por ruborizarme.