En nuestra investigación estamos comprobando que se usan los coches oficiales para acudir a asuntos particulares. Lo hacen los consejeros de autonomías y los directores generales. Cientos de cargos públicos se desplazan en sus coches oficiales con cristales tintados para no pasar vergüenza.
Además de prescindir de cientos de coches oficiales, exigimos que se eliminen los cristales tintados. La vergüenza debe ser para quien usa los vehículos. Estamos hartos de comprobar cómo algunos directores generales, consejeros y secretarios generales exigen que los conductores vayan hasta su casa para recogerlos por la mañana. A eso se llama abuso, mala fe, despilfarro, desprecio al ciudadano y tráfico de influencias.