La escuela educa para la ciudadanía no necesariamente con una materia concreta. Un buen ciudadano es una persona que lee y comprende, que tiene capacidad crítica, por ejemplo, para darse cuenta cuándo la publicidad es agresiva o cuándo una propaganda electoral es falsa.
Un ciudadano es una persona que está implicada en el día a día de la sociedad en la que vive y en la que no le importa participar. Y todo eso se aprende en la escuela, pero no con una sola asignatura, aunque estuviera muy bien diseñada, ya que están implicados todos los ámbitos del conocimiento. Pero es que, además, EpC ha introducido en el sistema educativo un arma de doble filo tremenda que puede costarnos un disgusto.
No se ha calibrado la gravedad de introducir la objeción de conciencia en las materias obligatorias del currículo. El que exista una asignatura obligatoria que sea susceptible de objeción es gravísimo, porque mañana nos puede pasar con la Historia, con el alumno musulmán que nos diga que no estamos contando bien la Reconquista, o con el alumno latinoamericano que nos diga que no contamos bien el descubrimiento de América.
Se ha abierto una vía de gran peligrosidad, precisamente por meter la política en la escuela.
FUENTE.- Carmen Guaita, secretaria de comunicación de ANPE