Cobardes. Como siempre hacen gala de su cobardía. Se esconden tras el oportunismo. Son expertos en el tiro en la nuca, la extorsión, la bomba nocturna o madrugadora y traicionera. No son inteligentes, tampoco son listos, pero saben dónde y a quién pueden hacer daño.
Esa cobardía. Ese miedo que les acompaña y la sinrazón de su ‘bandera‘ ondean otra vez. Han vuelto cuando menos se les esperaba. Representan el rechazo de toda España y son la vergüenza del ciudadano vasco. No llegan a los talones d euna persona de bien. ¿ Qué digo? Ni siquiera se atreverían a mirar a los ojos a un gudari vasco.
Puedo prometer y prometo que, como experto en terrorismo, ni siquiera yo esperaba que atentara la ‘banda de ratas’ rastreras y despreciables en este momento. Bien es verdad que, por otra parte, y pensando la situación por la que atraviesa el país, han elegido un momento álgido y preocupante. Recuerden que se ha dicho a Ibarreche que no hay camino hacia la independencia y que está cerrada la vereda para los comicios que su plan defiende.
¿Por qué se podía esperar ese atentado? Pues porque ETA ha aprovechado el desconcierto gubernamental, el caos del principal partido de la oposición, el hundimiento de los partidos nacionalistas y el contenido de la ponencia política del Partido Popular, cuyas líneas más llamativas y artículos referidos a ETA publicaba ayer la prensa vasca. Sin duda, la mejor síntesis la publica hoy el diario DEIA.
Con cada atentado es fácil mirar al Gobierno de Rodríguez. El desengaño de la negociación ha llevado al Gobierno a dar un giro en sus expectativas. Seguramente no volverá a negociar con ETA. Esta vez sí quiero creer al Gobierno Rodríguez que, dicho sea de paso, aunque no me guste, es mi Gobierno, porque tiene el respaldo democrático de los españoles.
Pero pese a lo dicho en el párrafo anterior, no puedo por menos que desconfiar. Rodríguez nos engañó en octubre de 2006. Volvió a hacerlo en diciembre de ese mismo año. Y lo más duro es que acabó volviendo a la mentira, al redil de ETA, al regazo del terrorismo. Más claro, por si alguien no lo ha entendido: volvió a sentarse con ETA, a pesar de haber dicho y prometido que se rompían todos los lazos con la banda asesina. A este Gobierno le va a pasar lo que a Pedro con el lobo del cuento.
Y no piensen que ahí queda todo. Se sentó con ETA como si fuera la representante de otro Estado. Negociaron cuestiones políticas, impensables hace años para una banda terroristas. Alentó su internacionalización y, siempre que pudo, el Gobierno intentó demostrar a otros líderes políticos que ETA no era lo que realmente se decía de ella. ¿Alguien recuerda aquello de los «hombres de paz»?
Se alimentó a ETA. Se le proporcionó alas. Se cobijó a esa banda de mal nacidos cuando más acorralados estaban. ¿Y ahora qué? Soy consciente de que desde el PSOE y desde el PSE se negará la mayor; pero si hoy hay atentados, gran parte de la culpa es del PSOE, de Jesús Eguiguren, Rodríguez, Moscoso, Patxi López,… y cuantos defendieron la negociación con banda armada.
Debo confesar que sentí vergüenza al comprobar quiénes portaban el féretro de Isaías Carrasco. Interiormente solo pude decir lo que mi conciencia me dictaba: «¡Dios mío, portan el féretro quienes pusieron los medios para que asesinaran a Isaías y su hija les hace el caldo gordo!». ¡«Dios mío qué tropa más insensata y poco cabal milita en el PSE!». Con el tiempo, también lo pensaron muchos periodistas, analistas y especialistas.
Por eso hoy, estudiados y analizados los datos existentes; profundizando en cuanto persigue el terrorismo etarra y efectuada la lógica reflexión en frío, puedo prometer y prometo que los citados son los principales culpables de las víctimas de hoy en Álava. Han llevado a ETA en volandas hasta aquí. Solo les ha faltado darles la pistola, aunque metafóricamente lo han hecho. Doy fe.
Detalle de los destrozos ocasionados en el Cuartel de la Guardia Civil de Legutiano. (Imagen de TV)