Hay una realidad que no puede rebatir el PP: alrededor de millón y medio de hectáreas han sido destrozadas por los ‘topirratones’. Y a ello hay que añadir una doble culpabilidad: dejadez de la Consejería de Agricultura y Ganadería, por un lado, y el desconcierto del Ejecutivo de Juan Vicente Herrera durante un año, por otro.
La plaga de topillos es el principal tema de confrontación política en Castilla y León; pero la oposición carece de motivación y de información para hacer aportaciones. El Ejecutivo regional juega con ventaja: no aporta información real de la plaga y pretende acabar con el problema solo con anunciarlo. De forma parecida ‘acabó’ Franco con el analfabetismo en España, a finales de los años sesenta. La oposición socialista es incapaz de hacer aportaciones rigurosas y sensatas, mientras que algunos alcaldes del PP buscan hacer meritos como Stajanov. Han demostrado que entre bomberos no se pisan la manguera. Tanto me da que me da lo mismo. De pena.
La oposición viene utilizando los mismos argumentos desde que se conoció la extensión de la plaga; pero aún no ha aportado nada serio a la crisis de los topillos. Recuerda a los indios de las películas del séptimo de caballería: se acercan, lanzan las flechas, hacen todo el daño que pueden y huyen despavoridos, sin pararse a ver la masacre. La actuación del PP también podemos compararla con los refuerzos de la caballería: cuando llegan está todo perdido, llegan tarde y haciendo un ruido innecesario.
Lo más desconcertante de los últimos días han sido las reuniones ‘peperas’ con sus alcaldes, para contrarrestar las reuniones del PSOE con los suyos. El tema del día, sobre las reuniones del PP, ha sido la intervención del ‘niño mimado’ de la Diputación Provincial de Valladolid; quien ha puesto de manifiesto un profundo desconocimiento del tema; un descaro inusual en él y un innecesario afán de medrar. Incluso, parte de su intervención se ha centrado en alabar a la Junta de Castilla y León, se supone que en un intento de meritar. Y es que la ignorancia es tan atrevida que suele atrapar a los más mediocres. Ahora resulta que la desidia de la Junta de Castilla y León queda exenta de culpa. ¡Ay Centeno, Centeno, don Alfonso!
Quien tampoco debe librarse de la película es la Diputación Permanente de las Cortes de Castilla y León. Si bien el reglamento no obliga a reunirse para tratar y resolver la plaga de topillos, lo cierto es que existe eso que se llama sentido común y lógica. Nunca una Cortes autonómicas habían despreciado tanto y tantas veces a la ciudadanía que las sustenta.
Las Cortes de Castilla y León hace tiempo que se las reparten entre los mismos colores. Están muy alejadas de los intereses de la comunidad y de sus ciudadanos. Nunca tan pocos habían hecho tanto daño. Ayer decía un importante cargo del PP, actual director general en una de las Consejerías de Herrera, que los procuradores de las Cortes de Castilla y León acabarán saliendo a la calle con burka, por vergüenza a enseñar la cara; aunque también deberían tener cuidado de no pisársela, según los más. Y es que en esa abandonada comunidad, las Cortes regionales empiezan a ser como el Senado: además de no servir para casi nada – excepto para el permanente enfrentamiento entre procuradores – salen excesivamente caras.