“Unos siembran y otros pisan el sembrado”. Así se expresaba un grupo de profesores después de leer el Día de Valladolid y comprobar en Canal 4 Televisión que la concejala de Comercio y Turismo del Ayuntamiento de Valladolid, Mercedes Cantalapiedra, se dirigió a los periodistas con un lenguaje tan poco usual y excesivamente burdo-coloquial como: “(…) Le habéis ‘calentao’, cabrones. La culpa es vuestra”. Tal expresión se produjo en un momento en que el alcalde se ausentó de la rueda de prensa en la que intentaba justificar su presencia en los viajes realizados a Nueva York y a la India.
Cantalapiedra tiene tendencia natural a ‘meter la pata’, ya que su sentido del humor deja mucho que desear. Con el paso de los días quedarán en anécdota sus palabras, pero no han sentado nada bien en el ámbito periodístico, a la vez que han sido recriminadas por gran parte del profesorado vallisoletano. Ejemplos de ese tipo no son necesarios y mucho menos aconsejables.
Mientras la Consejería de Educación se esfuerza por fomentar la convivencia en los centros docentes, consentidos ediles dedican soeces insultos a los periodistas. ¡Ya llegarán las elecciones municipales! No es de extrañar, pues, que durante estos últimos días hayan circulado cientos de correos electrónicos entre la población vallisoletana, y especialmente entre el profesorado, aconsejando no votar la lista donde aparezca la señora o señorita Cantalapiedra, en caso de que algún partido decida presentarla en sus listas.
Mientras la concejala ‘pisa el sembrado’, el profesorado ‘siembra’ con acciones formativas para fomentar la mejora de la convivencia, la prevención y la resolución de conflictos en los centros docentes. De ello estamos muy necesitados en un momento en que la depresión se ha asentado entre los docentes, a la vez que comprueban cómo no se reconoce su labor diaria y se arremete contra ellos de palabra y obra.
Al día siguiente de la ‘proeza’ de Cantalapiedra, pude comprobar cómo un grupo de jóvenes entre 14 y 16 años comentaban la expresión de la concejala en el autobús y, ante la petición de un ciudadano para que dejaran sentar a una embarazada, la expresión que soltó en voz alta uno de los jóvenes no tiene desperdicio: “¡Quien se la folló que se levante de la silla!”. ¿Dónde está la diferencia respecto a lo dicho por la concejala? Y es que cuando se ocupa un cargo público hay que medir las palabras y los actos, precisamente por razón del cargo, y si alguien piensa que eso es hipocresía está muy equivocado. Parece que algún concejal no es consciente de que puede ser mimetizado con facilidad, sobre todo si los medios de comunicación actúan de altavoz. Ahora bien, si en privado quieren poner pedales a su asno, ese es su problema.