la rebeldía de la sobriedad

Los que mandan se están poniendo nerviosísimos ante la sola posibilidad de que la crisis haga que la gente redescubra el valor de la sobriedad. Como nos pongamos a dejar de consumir tantas cosas, que no sirven para nada más que para gastarse el dinero sin ton ni son y que se lo lleve un avispado, o el banco, o los intereses, va a haber una revolución. Porque nos hemos acostumbrado a ganar sin tener que poner un esfuerzo denodado, o a veces sí, dejándose la piel hasta el último euro que pudiéramos pillar costara lo que costase.

Así puede que alguien haya hecho cosas grandes, pero la mayoría lo que ha encontrado es un rosario de deudas del que había que endeudarse más para salir de él; y así nunca salíamos de la noria del consumo y el trabajo agotador: trabajar para ganar, para gastar, para trabajar, para ganar, para gastar, de la mañana a la noche y de la noche a la mañana, llegando tarde a casa, sin poder ver a los niños y pagando a una guardería o una canguro para que los educase a su gusto, mientras nosotros trabajábamos para pagar eso y muchas otras cosas que no servían para nada.

Ha habido un listo que ha convencido a la Humanidad de que la mejor manera de ayudar a los demás consiste en gastarte más dinero en cosas para ti. Así cuando trabajas más y por consiguiente produces más, tienes que gastar más para que haya que fabricar más y así aumenten los empleados que trabajarán más y producirán más para que tu puedas consumir más.

El único que ha hecho una cosa grande ha sido el inventor de esa teoría con la que ha conseguido que todos nos pongamos como corderitos a fabricar para consumir mientras alguien se lo estaba llevando crudo, hasta que de repente, ha estallado la burbuja y todos nosotros sabemos bien que volvemos a no tener nada de nada, pero que a alguien que está como nosotros le dan dinero para que salga adelante, con más facilidad y menos esfuerzo del que le cuesta conseguirlo, antes y ahora, al común de los mortales.

Por eso la rebeldía de la sobriedad es la de la gente que se ha hartado de hacer el tonto trabajando y gastando para que otro se lo lleve, sin que se sepa muy bien quién es. Y que si gasta poco y le da dinero a los pobres, al menos sabrá ese dinero a dónde va y en dónde se queda. O a la formación de los niños para que no se conviertan en animalillos consumidores de lo que les den, sino de lo que les venga bien y/o les pueda interesar, construyendo para adentro lo que no se pierde cuando lo de fuera se devalúa.
(Publicado en Andalucía Noticias)

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