29
Dic 10

la política (catalana) era esto

En cuanto se ha juntado el nuevo Govern, las dos cosas más llamativas han sido: la asunción por el propio president de las políticas deportivas y la adjudicación a Cultura, además de la Política Lingüística, de toda la gestión de todas las industrias culturales, también aquellas que se fomenten a través de los medios de comunicación públicos. El presidente de la Generalitat, Artur Mas, se ha reservado para si el área de Deportes, que dependerá directamente del departamento de Presidencia, porque «es un ámbito de máxima importancia de país». Ya lo hizo Zapatero y desde entonces no hace más que caer, pero los presidentes se copian en todo lo que les mola mazo, porque con el deporte se pueden colocar muchas medallas, a costa de las carreras de los sufridos futbolistas pegándole patadas al balón, o dopándose para conseguir ser los primeros en el ciclismo o las carreras. La “cultura deportiva” resulta efectivamente un ámbito de mucha mayor importancia para el país, que la cultura propiamente dicha, que se puede delegar en un tránsfuga, ahora que está tan de moda ir de un lado para otro.
Como dirían los viejos periodistas, todo el mundo sabía y era evidente que CiU no tenía nada que decir en Cultura, en cambio todo lo que tenía que controlar de verdad eran, por supuesto, las finanzas, que la pela es la pela, y tantas cosas que tienen que ver con el 3 por ciento, no vaya a ser que en este Govern se le fuera a ir la mano en esos asuntos, como se le fue al govern anterior y al anterior, y al otro, casi hasta Giufré el Pilós.
Porque el asunto dominante de la catalanidad siempre ha sido, era y es, lo que te dije; y lo otro, lo de la lengua, la poesía, el cine, la televisión es un añadido que lo puede gestionar cualquier trepa de los que aprovechan para luego quedarse con todo, empezando desde la mente y los sentimientos de las personas.
Nii siquiera en la cultura catalana CIU tenía algo que decir que tuviera una consistencia mayor que la cultureta y por consiguiente el mejor para asumir ea cartera era un tránsfuga socialista. Para los socialistas la cultura, para CIU la pela. Es lo que se llama una solución para estos tiempos de incertidumbre.
El nuevo “andré maurois” de Artur Mas le pone cinco estrellas a la cultura catalana como ya lo hizo el otro con el general, De Gaulle, por supuesto, o como lo hizo Semprún con el felipismo. Luego se quejará Mas de que todo el mundo piense que su presidencia será un tiempo de incertidumbre en un momento de incertidumbre, pero es que ese es el libro que consagró a Ferran Mascarell; es de lo que más sabe el consejero de cultura, y sin ninguna duda sabrá también transmitirlo adecuadamente a toda la sociedad catalana, y además de hacerlo con la política linguistica, lo hará también llevando el control y la gestión de todas las industrias culturales, también aquellas que se fomenten a través de los medios de comunicación públicos. Lo que demuestra que tras cinco siglos de búsqueda de la verdad en formato catalán, el govern de Artur Más traerá a Cataluña la incertidumbre de su identidad cultural, de lo que es, lo que fue y lo que será. Como debe ser, para los tiempos de incertidumbre en los que vivimos. Tampoco se atreverán los demás a cambiar en esta materia la doctrina común de la dictadura del relativismo, ni la ministra que se la ve enrollada con los derechos de autor, más que con aquello de lo que trata lo que escriben los autores. La política es esto: menos latín y más deporte, como dijo aquel ministro de Franco. O, menos catalán y más deporte, que para el caso es lo mismo.


20
Dic 10

la perplejidad y el victimismo

La perplejidad es esa cosa que uno tiene cuando no sabe muy bien por donde tirar. Algún sociólogo ha encontrado perplejos a los catalanes ante la situación política, como si no llegaran a estar convencidos de si Mas es más o menos, como si hubieran perdido otra vez una oportunidad de liderazgo que estaba al alcance de la mano. El victimismo es una de las sensaciones más baratas y también de las más letales. Los que caen en él tardan más tiempo en levantarse que los demás. El refrán dice ahora que el que llora, no mama y que todo el tiempo que se les va en llorar a los que pierden, es tiempo que se les añade para retrasar su vuelta.
Pero la perplejidad, afortunadamente, es el estadio anterior al victimismo, es ese momento en el que todavía no se ha caído en la desesperación del “ya no me quiere ni mi padre”, pero tampoco sabe uno bien por donde tirar, a quién seguir, o de dónde sacar fuerzas para mantenerse sin caer, algo que se lleva mucho en estos tiempos convulsos. Si el sociólogo hubiera seguido analizando después de los catalanes a los vascos, gallegos, extremeños, castellanos, madrileños, habría encontrado manifestaciones de perplejidad, tal vez diferentes, pero igualmente abundantes.
Lo que no tenemos los demás es esa persona que recuerda cada cierto tiempo que Cataluña va mal, ya que está sufriendo ataques y desprecios de los demás. Los demás cuando estamos perplejos, tratamos de salir de ese estado y, si no, procuramos convivir con la perplejidad, a la espera de tiempos mejores, que seguramente vendrán, porque nos vamos a poner a buscarlos. Pero como te caiga un victimista cerca, lo llevas claro: las cosas tardarán en resolverse lo que tarden, pero con el tipo que llora siempre a tu lado, son mucho más difíciles de soportar. Que se lo digan a Mourinho y a los catalanes que se quejan de su situación política actual.