huelga la huelga

Tiene mala pata el castellano con la palabrita, porque huelga viene de holgar, que significa “estar ocioso” y también: “aplicado a acciones que están de más: ‘huelgan los comentarios’”. De ‘holgar’ viene ‘holganza’, que significa: “situación del que huelga o está ocioso”. Y de ahí no hay más que un paso a ‘holgazán’: “se aplica al que se resiste a trabajar”, ‘holgazanería’ que es “la cualidad del holgazán”; o bien ‘holgazanear’: “trabajar muy poco o nada”. Todo esto gracias al diccionario de María Moliner.

Con estos antecedentes, no debería extrañar que la huelga esté mal vista. También es cierto que ‘jubilación’ viene de ’júbilo’: “alegría muy intensa y ostensible”, que es lo que deberán sentir los usuarios del castellano cuando les jubilan, un sentimiento muy distinto al que tendrán los franceses, ingleses o alemanes, tal y como reflejan el mismo asunto en sus diferentes idiomas.

Los españoles y eso de trabajar tienen entre si una relación difícil: no se sabe si es una tortura que se acaba, por fin; o un derecho de todos, que no llega para todos, y sólo le alcanza a algunos privilegiados, mientras más de cinco millones están a dos velas. Y no hay respuestas concordantes acerca de si es mejor holgar o no hacerlo, para conseguir que haya trabajo para todos, o que ya nadie tenga ya que trabajar, y pueda vivir jubilosamente de la subvención que da el paro institucionalizado. Lo que también se consigue con esos adolescentes perpetuos que, cuando dejan de depender de sus padres, es para depender de los hijos que hayan traído al mundo, y así pasarse la vida sin dar ni clavo.

Que trabajen los robots, ahora que los americanos han conseguido uno que parece un guepardo o un leopardo, pero que es todo de metal y sirve para detectar las minas en el campo de batalla. O que trabajen los muñecos, como esas mascotas que utilizan en Japón para dar compañía a los solitarios y así evitar que se suiciden, que parece el vicio nacional de los que se quedan sin trabajo en ese país, mientras que en otros como Francia, los que se suicidan son los que las empresas obligan a trabajar demasiado y a horas intempestivas.

Porque ahora las semanas ya no son de siete días, sino de veititrés, como dice la publicidad de la ‘semana fantástica’ de unos grandes almacenes; y si hay que trabajar todo eso seguido, para llegar al descanso semanal del sábado el día veinticuatro y del domingo el día veinticinco, pues no es extraño que la gente se suicide antes o que se ponga a holgar, para matar el tiempo en vez de matarse ellos.
(Publicado en Andalucía Noticias)

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