En 2010 el Estado aportará más de veintitrés millones de euros para mantener sindicalistas que nada reportan a la sociedad. ¿Por qué no se pone una casilla en la declaración de la Renta para recaudar voluntariamente ese dinero? Vamos a darles la respuesta. Mientras que el dinero que recauda la Iglesia se emplea en ayudas al necesitado, el que reciben los sindicatos que se llaman obreros (yo los llamaría zánganos) es para que ellos sigan mamando de la ubre, disfrutando del burdel sindical y fomentando el circo laboral que ellos mismos han creado.