El cardenal arzobispo de Toledo, monseñor Antonio Cañizares, en su homilía con motivo de la festividad de la Virgen del Sagrario, propuso “que Dios esté presente, por ejemplo, mediante la cruz en los edificios públicos…”. En una palabra: que se vuelvan a colgar los crucifijos. Aun entendiendo el planteamiento del cardenal, hay que reconocer que “no está el horno para bollos”.
En algunas provincias se viene debatiendo este tema desde hace algún tiempo, mientras que las Consejerías de Educación correspondientes –asustadas por la opinión pública y publicada — lo dejan en manos de los Consejos Escolares de cada centro de enseñanza, “echando balones fuera” siempre que pueden y cargando la responsabilidad en profesores y padres.
No es de extrañar que la ciudadanía acabe pidiendo la dimisión de los irresponsables de las Consejerías de educación que hacen de la política y de sus prebendas lo mismo que el avestruz.