De nuevo pretende tomarnos por imbéciles o analfabetos el presidente Rodríguez. Primero deja que el ministro de Justicia, Fernández Bermejo, saque la lengua a pasear gratuitamente y luego quiere que no interpretemos al pie de la letra lo que ha dicho. Llueve sobre mojado. Y eso es la consecuencia de la falta de credibilidad en el Ejecutivo y, particularmente, en su presidente.
Se ha demostrado que el presidente Rodríguez, gafe suficientemente contrastado y reconocido hasta por su entorno más cercano, miente casi tanto como habla. Lo hizo tras el atentado de Barajas y lo hará las veces que sea necesario con tal de quedar en buen lugar. La paranoia no es patrimonio de unos pocos. Apenas habían pasado dos meses desde que dijo que se rompía todo tipo de contacto con la banda asesina y resulta que en poco tiempo se llevaron a cabo tres reuniones con ETA. Y las tres consentidas y avaladas por Rodríguez. Da lo mismo lo que diga. “No hay ninguna expectativa para ese diálogo”, lo que quiere decir que sí existe tal expectativa e intencionalidad. Siempre hay que pensar a la inversa de lo que dice para poder acertar. Los ciudadanos le hemos cogido las vueltas y aunque sus ‘gracietas’ han dejado de serlo, empieza a preocupar a muchos desde que decidió malcriar a la ‘serpiente’ asesina y extorsionadora que es ETA.
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“Volverán a darse las condiciones para que la resolución del Congreso que avaló el diálogo con ETA vuelva a tener vigencia”. Bermejo ha demostrado que no es político, aunque sí goza de un alto grado de torpeza que le delata. Pensar que este personaje es la máxima autoridad en el ministerio de Justicia, es para que a todos se nos pongan los pelos de punta, echar a correr y no parar hasta que el agotamiento haga su presencia. Si el presidente insiste en que el Gobierno ha cerrado la posibilidad de diálogo con ETA, estamos ante un nuevo ciclo en el que buscará una nueva forma de engaño, tan pronto como doblemos la esquina.
Otra prueba de que Rodríguez es, además de gafe, un trapacero de tomo y lomo la tenemos en las palabras de Pasqual Maragall. Las malas compañías nunca han recorrido limpios caminos y el presidente Rodríguez ha sido una mala compañía para el ex presidente de la Generalidad catalana y del PSC. Hasta Ignacio Astarloa, que se esconde siempre detrás del primero que pasa, ha dicho que “como todos los que han tenido tratos con Zapatero en los últimos años, ha acabado en la cuneta”.
En los próximos meses veremos cómo ‘cambia el rabo’ el Ejecutivo, su presidente y todo el entorno socialista. Intentarán convencernos de que quien ha negociado con ETA ha sido el PP o Gaspar Llamazares. Y si hay que meter en el saco a Carod-Rovira, pues también se le mete. Lo de los escrúpulos no es precisamente algo que preocupe en Ferraz; aunque don Alfonso Guerra empieza a acercarse a la derecha de Rajoy en temas de saber estar, sobre todo cuando la corrupción abandera las actuaciones de su partido.
Sacarán a sus energúmenos e insultadores a la calle para tapar opiniones que les delaten. Y, en casos como la corrupción valenciana, intentarán implicar a Rita Barberá o a la estatua de Rodrigo Díaz de Vivar. Ya ha habido pruebas de que el socialismo actúa como el ejército de Doroteo Arango (Pancho Villa), además de demostrarse con el caso valenciano que la corrupción es connatural a buena parte del socialismo trufado de demócrata. Ahora que promocionan para la campaña electoral la “Z” de zetapé, y que no es solo la “Z” de Zapatero, descubrimos que también esa “Z” le viene ‘como anillo al dedo’, pues igualmente ha demostrado ser zonzo, zopenco, zángano, zascandil, zurriburri y zalamero, entre otros.