El presidente Rodríguez abusó de la ministra y su machismo mal disimulado le llevó a ‘poner a los pies de los caballos’ a Salgado. Era una forma de presentar como ridícula a alguien que le echara un capote para no verse solo y desprotegido ante el toro del ridículo y la vergüenza. Ya lo ven: un inepto enviando a una culiparlante al ‘matadero’ del Parlamento.
Ese machismo del presidente del Gobierno es el que Elena Salgado proyectó sobre Mariano Rajoy, pretendiendo hacer uso de un mecanismo de compensación y de una actitud victimista que ya no engaña a nadie. Doña Elena Salgado debería leer a Secondat para darse cuenta que “ningún otro ser humano en política es tan peligroso como el portavoz de ideas fijas. O sea, el fanático”.
Y ese es el tipo de jefe de filas que echó a Salgado a los leones; es decir, el presidente Rodríguez.