El Crucifijo, es un símbolo que refuerza y desarrolla nuestra personalidad humana tal y como prescribe el Atº 27.2 de la Constitución, basada en los Valores y Principios. Ética, dignidad, honor y responsabilidad, base del humanismo cristiano de nuestra civilización.
Los Valores de nuestra civilización occidental que el Crucifijo representa datan en España del III Concilio de Toledo, celebrado el año 589, durante el reinado de Recaredo. Hoy hace ya 1.419 años. Desde entonces, los Actos de Estado han estado presididos por el Crucifijo como testigo excepcional de la responsabilidad contraída por las personas comprometidas a través del Juramento
Ahora los “laicistas beligerantes” obvian el Juramento que obliga al cumplimiento inexorable del compromiso contraído. Lo sustituyen por la Promesa para no cumplirla, como ya dijo el socialista Tierno Galván.